

Don't Say Goodbye
Season 3 Episode 10 | 1h 10m 53sVideo has Closed Captions
Alberto confesses the truth to the press. Patricia has doubts about marrying Valentin.
Alberto confesses the truth to the press, hoping that he can clear the way for Ana to be the next Coco Chanel. Cristina hits rock bottom. Patricia has doubts about marrying Valentin.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

Don't Say Goodbye
Season 3 Episode 10 | 1h 10m 53sVideo has Closed Captions
Alberto confesses the truth to the press, hoping that he can clear the way for Ana to be the next Coco Chanel. Cristina hits rock bottom. Patricia has doubts about marrying Valentin.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-Cristina está embarazada.
Esto no significa nada.
-Llévame las galerías, por favor.
-Sé realista a Alberto.
¿Tú te crees que un niño no cambió las cosas?
¿Te crees que la vida de mi tío fue la misma desde que yo llegue a aquí?
-Sé que Cristina nos va a hacer la vida imposible, pero te prometo que no pienso parar hasta conseguir la nulidad matrimonial.
-Se te olvidó invitarme a la fiesta Alberto.
¿De verdad pensabas que iba a ser la única de tus mujeres que se iba a perder una noche tan especial?
-Vámonos de aquí, por favor.
-Vas a ser padre, Alberto.
No puedes desaparecer.
-Tienes que confiar en mí.
Vamos a ser felices.
-Pero no juntos.
Tomé la decisión de separarme de mi mujer y la voy a llevar adelante, con Ana o sin Ana.
-¿Has conseguido anular tu matrimonio?
Algo me enseñaron los Oteguis que todo se puede conseguir con dinero.
-Voy a terminar con esa fulana.
-Cuidado con lo que dices.
-¡Perdone!
¿Es usted Ana Ribera?
-¿Es usted Phillipe Ray?
-¿De cuándo lleva diseñando para Velvet?
-¿Por qué eligió ese nombre?
-¿Fue para apuntar su relación?
-Vas a ser el blanco perfecto para la prensa.
Es tu colección, tú decides.
-Seguimos adelante.
He escuchado a los clientes y siempre tienen la razón.
Es lo que usted me dijo toda la vida.
Aposté todo a Phillipe Ray y perdí.
Esa es la única verdad.
-Espera.
-Has perdido al norte, Cristina.
No creo que estés preparada para ser madre.
-¿Cómo te atreves?
¡Eres un miserable!
[grito] Sáquelo, póngalo en una incubadora.
Sé que solo son seis meses, pero tiene que poder hacerlo.
-Seis meses, señor Marqués.
Su mujer está de tres meses.
-La prensa no deja de llamar.
-Mi tío es del vino, y del pueblo ha muerto.
Mañana tengo que ir a Porrillos al funeral.
-Te dije que esto era algo estrictamente laboral.
-Y yo te digo que la noche es muy larga.
-Tengo miedo.
-¿Miedo de qué?
-De no poder tener hijos.
-¿Puede saber qué haces aquí y no al lado de tu mujer?
-Tengo la nulidad matrimonial desde hace días.
Y no sé si lo sabes, pero el hijo que está esperando tu hermana no es mío.
-Tú no tienes vergüenza.
-Doña Carmen, ¿no cree que debería ser la novia quien eligiera su propio vestido?
-Se trata de eliminar el escándalo, no de crear otro.
-Mi hermana Patricia tiene el 20 % de las acciones de esta empresa.
Quiero tener algo con lo que poder chantajearla.
¿Cuento con usted o no?
-No soporto ni a él ni a su madre.
Estoy harta de tener que fingir.
-¿Qué haces trabajando de modista?
-No sé en qué estaba pensando cuando creé a Phillipe Ray.
-Phillipe Ray es lo único que nos queda.
-El diamante en bruto este año en Velvet es Phillipe Ray.
Quiero comprar las galerías Velvet.
Te doy tres días.
-Necesito que me hagas un favor.
Ayer por la noche estuviste con Michelle en el Pausa.
-Sí.
-llámala.
Quiero hablar con ella.
-No quiero esperar a la próxima edición de la revista.
Voy a hablar con mis contactos en la clínica para que lo publique mañana.
Espera una noche en vela, pero una bomba de este calibre.
-¡Ana!
¡Ana, mira!
-¿Qué pasa?
-Cristina Otegui espera a un hijo de otro hombre.
¿Quieres explicarme de una puñetera vez qué es lo que está pasando aquí?
-Me marcho, Mateo.
Me voy de las galerías para siempre.
[♪ Alba Llibre & Lucio Godoy: "Falling In Love"] -Lo he pensado bien, y Cafiero es la mejor opción.
Ana cumplirá su sueño y aquí no habrán cambiado nada.
Tan solo habrá una baja, la mía.
-Mira, Alberto.
Como subdirector de Velvet te digo que estás cometiendo el mayor error de tu vida.
Y como amigo te suplico que escuches a tu subdirector.
Lo digo totalmente en serio, no puedes irte, no puedes dejar Velvet.
-Sin Ana y sin hijo yo no pinto nada aquí.
-¿Qué pasa con nosotros?
¿Qué pasa conmigo?
-Todos mantendréis vuestro puesto de trabajo, tú mantendrás tu puesto de subdirector.
-¡Me importa una mierda mi puesto de trabajo, Alberto!
Todavía no has firmado nada.
Las cosas pueden cambiar después de lo que Michelle ha prometido.
-Cafiero solo apoyará la carrera de Ana si es propietario de las galerías.
Lo tengo claro, Mateo.
Se lo debo a Ana.
La decisión está tomada.
[teléfono timbrando a la distancia] -Porrillos.
¡Rita!
-¿Sí?
-¿Sabes a dónde puedo llamar a Clara?
Pues al pueblo, pero vamos, que dudo que pueda hablar con ella porque, porque hubo un funeral en Porrillos reúne más gente que los días de matanza y eso ya es decir.
¿Le pasa algo?
-No, bueno, quería decirle algo.
-Ah, ya, ya, sí.
Sí, yo también estoy como loca de contarle el bombazo.
¿Quién nos lo iba a decir, verdad?
-Sí, increíble, sí.
-Aquí la que no corre huela, luego dicen de otras, pero... -Sí, si tienes la oportunidad de hablar con ella, dile que... que la echo de menos.
[♪ música jazz suave] -¡Es su hermano!
¿Qué opina de la declaraciones?
-Es cierto lo de la infelicidad.
¿Qué opina de la reacción de la familia?
-¡Con un poco de respeto!
¿Sabéis lo que es el respeto?
-El gran amor de tu vida acaba de hundirte.
Según ese artículo, tu hijo es un bastardo y tú eres la comidilla de todo Madrid.
¿Tú sabes la cantidad de periodistas que hay en la puerta?
-Malnacidos.
-¿Es verdad?
¿Alberto no es el padre?
-Por supuesto que es el padre, Enrique.
¿No ves que todo esto es mentira?
Que se está vengando por haber contado a la prensa su historia con la pordiosera esta.
¿Me crees?
¿Me crees, no?
Enrique, si en este momento la familia no está unida... -Padre no quería hablar contigo.
¿Qué esperabas?
¿Que reaccionara así solo cuando se trata de mí?
¿Qué quieres que hagamos?
[♪ música melancólica] -Carmen, quiero hablar con mi padre.
Ahora.
No, Carmen, espero, espero.
Dile a mi padre que se ponga ahora mismo.
Sé que está ahí.
Ahora me llama.
Seguro que no me llama.
-¿Pero quién lo iba a imaginar, verdad?
Si es que las que van de mosquita muertas luego son las peores.
Pero esto, esto es incluso demasiado hasta para ella.
-Te juro que se ha acabado su propia tumba.
Esto es el fin de la vida social de Cristina Otegui.
-¿Tú crees?
-Por mucho menos he sufrido yo las consecuencias.
Que se olvide del club de campo, de todas las fiestas.
-Ay, pero eso tiene que ser durísimo, ¿no?
Bueno, que no te inviten a las fiestas.
¡Pero que la muerte, qué desgracia!
-Te lo digo en serio, Rita.
¿Qué crees que dirá su familia y sus amigos?
la van a repudiar y se va a quedar sola.
-Pues mira, chica, lo que se merece.
-Cristina Otegui, que quería recuperar al que fue su marido y quería.
O sea, que quería anular el matrimonio.
Que no estaba embarazada.
-Y parecía que no había roto un plato.
-Con esto ha acabado con la loza entera.
-No, pero es que no hay que fiarse.
-Otra mujer ya te digo.
-Habla por otras, Jonás.
-¡Oye!
-Que no todas vamos de cama en cama.
-Disculpa, pero la gente que tenéis parnés, cuando lo podáis conseguir, ya van a pisar la cama.
-Buenos días.
Pedro, por favor, ¿quieres dejar de disimular que sé perfectamente lo que escondes?
-¿Señora De la Riva, usted...?
¿Usted ha leído...?
-No me hace falta leerlo, todo el mundo está hablando de ello.
-¿Y qué le parece?
Porque tratándose de la señorita Otegui.
-Lo que me parece es que si quieren seguir hablando de este tema, se pueden ir a una peluquería.
Esto es un taller.
¡A trabajar!
¡A trabajar!
¡A trabajar!
Usted también, doña Blanca, por favor.
-Lo siento, es que no logro salir de mi asombro.
La dimensión que puede alcanzar... -Bueno, teniendo en cuenta que lo que diga este periódico sea verdad, porque puede ser que no sea verdad.
-¿Cree que don Alberto está mintiendo?
-Mire, conozco a Cristina desde que éramos niños, y le puedo asegurar que sería incapaz de jugar con algo tan sagrado como un hijo.
Además, estoy seguro que Alberto ha filtrado la noticia para salvar a Ana.
-De acuerdo.
En eso estoy de acuerdo.
Pero dudo de que don Alberto hiciese una cosa así a cualquier precio.
Y mucho menos utilizando la mentira como arma.
-Bueno... No sería la primera vez, don Emilio.
Pero de todas formas, solamente hay una forma de averiguarlo.
¿Me puedes explicar qué es esto?
-Buenos días a ti también, Raúl.
-¿Cómo has podido hacer algo así?
-Que no te sepa mal, pero yo no tengo que darte ninguna explicación.
-Alberto, esta guerra vuestra está llegando demasiado lejos.
-Esta guerra no la empecé yo.
Ya le queda menos.
-¿Pero por qué estás haciendo esto?
¿Por qué estás haciendo esto?
¿Por el desfile?
¿Por Ana?
Pero tú no te das cuenta que mentir de la forma en que estás mintiendo no te va a servir de nada.
-No me crees, ¿verdad?
Cada una de las palabras que hay en ese artículo es verdad.
Ojalá no fuera así, pero es lo que hay.
Y si no me crees, habla con ella a ver si tiene la poca decencia de mentirte también a ti.
-No, Alberto.
Por Dios, qué es Cristina.
Estamos hablando de la misma Cristina.
Ella sería incapaz de hacer algo así.
-Tu mejor amiga me ha arruinado la vida.
[♪ música triste] Ha conseguido que no tenga nada por lo que luchar.
-¿Cómo habéis llegado hasta aquí?
-Cristina me ha hecho mucho daño, ya va siendo hora de que pague por ello.
-No, no, no.
Alberto, no, por favor.
Esa actitud no te va a llevar a ningún lado.
-No he sido yo el que lo ha hecho público, Raúl.
Yo no tengo la culpa.
-Señoritas, esto no es un mercado ni la plaza de un pueblo.
La boda de la señorita Márquez se acerca y aún queda mucho por hacer.
Así que vamos, a trabajar.
-Y la otra de boda.
¿Se puede saber cuántas veces la han leído?
-Mil por lo menos, si sigo sin creerme.
-No, no, si ya, si estamos todas igual.
-Todo este tiempo, todas las visitas al médico, los planes de futuro, sabiendo que el hijo no era de Alberto, solamente por recuperarlo.
¿Pero cómo se puede ser tan...?
-¿Endemoniada?
-Bueno, iba a decir otra cosa, pero esa no va a ir.
-¿Vas a hablar con Alberto?
-Sí.
O no, es que no lo sé, Rita, no sé ni qué decirle.
-Hija, pues, le hice unas cosas de ti en el artículo que ya me gustaría a mí que Pedro tuviera esa labia.
-Vienes a decirme que tengo que hablar con él, ¿no?
-Sí.
-Ya, pero no es tan fácil, Rita.
Ayer estuve con él en la azotea.
Si me lo hubiera querido decir, me lo hubiera dicho él mismo.
No me dijo nada, es que no quiere hablar del tema.
Pero si lo acaba de publicar un periódico nacional.
A estas horas lo ha leído toda España, Ana.
Si tú quieres buscar excusas para no hacerle frente... -Rita, me separé de él para buscar mi felicidad.
¿Qué hago ahora?
¿Me echo atrás?
-Pero si nadie te está diciendo que te eches atrás, sino que mires para adelante.
¿Tú no crees que esto de Cristina cambia las cosas?
-Bueno, a trabajar que hay mucho que hacer.
-Eso.
A trabajar como si nada de esto estuviera pasando.
Tienes un cuajo.
Ya está todo listo.
El marisco gallego, el vino francés y el pianista ruso.
Jamás se ha visto una cena de compromiso tan exclusiva, te lo aseguro.
-Querida, ¿qué se supone que vamos a hacer con tu cuñada?
-Bueno, de eso no hay que preocuparse.
No voy a permitir que nadie arruine la boba.
-¿Hablando de arruinar eventos?
¿Vendrá tu hermano a la celebración de esta noche?
-No, no vendrá.
-Valentín, hijo, yo creo que sería conveniente retrasar un poco la boda.
Para salir de este maremágnum de noticias relacionadas con la familia Márquez.
-Pero, pero ¿cómo vamos a retrasar la boda con las ganas que tenemos tú y yo de formar una familia?
-Eh... Madre, llevo toda la vida, llevo toda la vida buscando una mujer como Patricia, por favor y... Y además no voy a permitir que... pues la prensa condicione mis decisiones.
¡No!
-Señorita Patricia.
-Hola, si estamos ocupados.
-Siento interrumpirles, pero el señor De la Riva me ha pedido que les acompañe a los pruebas.
Mi vestido.
-Vale, os dejo para que vaya avanzando todo.
Otro para el camino.
-Todos son iguales.
-¿Qué dice, madre?
-Nada, hijo, nada.
Que ahora te vemos.
-Sí.
[♪ Stephane H. Christian P. & Yves S.:"Kiss Me My Darling"] [♪ Robert J. Walsh: "You Take the Uh!
Out of Love"] -Patricia, estás... estás preciosa.
-Es perfecto.
El acabado es maravilloso.
-Bueno, ¿y la madre del novio qué opina?
¿Le gusta?
-¿No ha cogido peso estos días?
No sé, yo le veo la cintura muy ajustada, debería estar mucho menos marcada.
Así parece... -Parece una princesa.
-Gloria.
-Carmen.
-Por fin has llegado.
-Sí.
Tenía muchísimos compromisos, pero cómo no va a estar una madre en los preparativos de boda de su hija, ¿verdad, cielo?
-Doña Gloria, sigue igual de exquisita.
-Enhorabuena por su nueva colección, veo que se ha coronado como un genio.
-¡Uh, "un genio"!
Creo que no le va a costar nada acostumbrarme a ese apelativo.
Gracias, doña Gloria.
Me voy.
-Veo que has seguido pendiente de todo lo que pasa por la capital.
-Por supuesto.
La vida junto al mar es una maravilla, pero echo mucho de menos nuestras partidas de bridge.
-Pero por suerte ya no vamos a necesitar el club de campo para nuestras partidas.
-¿Habrá algo mejor que nuestras familias unidas para siempre?
-No, es... es sencillamente perfecto.
-Madre.
Patricia.
-Valentín, ¿te acuerdas a mi madre?
-Sí, doña Gloria, ¿cuánto tiempo?
-Sí, ¿qué tal Valentín?
Sigues tan caballeroso como siempre.
-Bueno, veo que ha llegado en el momento perfecto, la prueba final del vestido de novia.
-Sí, que tú no puedes ver, pero te lo digo yo, está preciosa.
-Sí, ¿no?
Ya sé que el novio no puede ver nada, pero ¿alguna pista si que me podrías dar?
¿No?
-Eh, es blanco.
-¿Blanco?
¿Y es ajustado al cuerpo?
-Sí, resalta su figura, sí.
-¿Tiene cremallera o es abotonado?
-Ay, Valentín, que como sigas así cuando lo veas no te va a gustar.
-Eso nunca.
Tú me gustas con, sin...
Ya me entienden en cuanto... Gloria, ¿tiene tiempo para hacer un almuerzo en familia?
Así le podríamos poner al día de... -Valentín, hijo, los que no tenemos tiempo para ese almuerzo somos nosotros.
Nos están esperando en el club para comprobar que todo lo de esta noche... -Estará todo muy bien, Carmen, en tus manos.
-Eso espero.
Nos vemos allí.
-Eh, pónganse guapas.
Y elegantes, muy elegantes.
-Vamos.
-Sí, madre, perdón.
-Me alegra mucho que me hayas invitado, hija.
-Por obligación.
Que le quede claro.
No pretendería que me casase como una huérfana.
-Y por eso estoy aquí, hija, a pesar de lo mal que te portaste conmigo.
-No digas tonterías, Madre.
Usted está aquí porque le interesa tanto como a mí guardar las apariencias.
-Tan altanera como siempre, en vez de dar las gracias.
-O me va a decir que no está encantada de volver como si nada hubiera pasado.
-¿Por qué no me pones al día, Patricia?
Que después de tanto tiempo habrá mucho que contar si no quieres que nos pillen en un renuncio esta noche.
-¿"Tanto tiempo"?
Uy, si me ha pasado rapidísimo.
-Patricia, ¿tienes un momento?
-Hola, Alberto.
-¿Qué haces aquí?
-He leído los periódicos.
-Quiero hablarte de tu matrimonio.
-¿Y bien?
-Mejor en mi despacho.
-Muy bien, pues ya estamos en tu despacho.
¿Qué es tan importante?
Venga, Alberto, que tengo prisa.
-Quiero darte ya mi regalo de boda.
[♪ Robert J. Walsh: "You Take the Uh!
Out of Love"] Brillante.
Los negativos también los vas a tener que romper.
-¿Qué sabes?
-Que te acuestas con Jonás, que llevas meses viviendo en las galerías.
Tus mentiras a Valentín.
-¿Qué quieres?
-No se trata de lo que yo quiera, se trata de lo que tú quieres.
¿Quieres casarte con Valentín o quieres que todo esto se sepa?
-Esto es graciosísimo, Alberto.
Siempre dijiste que tú y yo no teníamos nada que ver y mírate.
Hmm.
-Tú dame todas tus acciones y nada de esto se sabrá.
-¿Por qué haces esto?
-Porque quiero ser el accionista mayoritario de esta empresa.
-¿Y por qué yo?
¿Por qué no Cristina?
-Porque los Otegui son mucho más poderosos que tú.
Y yo quiero la mayoría y la quiero ya.
-Imagino que tampoco me dirás para qué ni por qué tanta prisa, ¿verdad?
¿Qué haces?
-No voy a firmar nada.
Patricia, te voy a arruinar la boda.
-Alberto, puede que este aire frío impasible intimide a alguien, pero no a mí.
¿Todavía recuerda cómo le pedías a papá noche tras noche que te leyese la historia del Cid Campeador?
-Tú ponme a prueba.
Cristina ya lo hizo y mira cómo le salió.
-¿Quieres publicar esas fotos?
Adelante.
Pero date prisa, me caso el domingo.
Has sido tú.
Me has hecho una encerrona.
¿Cuánto dinero te da?
¡Venga!
-¿Pero de qué me está hablando?
Yo puedo darte el doble, el triple.
Mi hermano tiene fotos nuestras en el callejón.
Lo qué pasa que eres tan estúpido que creías que no iba a darme cuenta.
-Pero, se-señorita Patricia, le aseguro que no sé de qué me está hablando.
Que yo no le he contado a nadie lo que usted y yo tenemos.
Sé perfectamente el lugar que ocupa en su vida, pero le aseguro que no es el mismo que usted ocupa en la mía.
Yo jamás le haría algo así.
[♪ música suave] ¡Ay!
-¿Alberto?
-Ana.
-Y perdón, no sabía que estabais ocupados.
-Eh, tengo que ir un momento al archivo, os dejo a solas.
-¿Ha pasado algo en el taller?
-No, no es eso.
Si estás ocupado, puedo volver luego.
-No, no, tranquila.
Te escucho.
-He venido a ver cómo estabas.
He leído las declaraciones del periódico y lo siento.
-Yo también.
Pero estoy bien, tranquila.
Acostumbrado a no conseguir lo que quiero.
-Alberto, cuando estuvimos en la azotea... -Sí, te lo iba a contar.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Porque eso no cambia nada, ¿no?
-No, no cambia.
-Muy bien, pues si es todo... -Ya me voy.
-Ana.
Muchas gracias por preocuparte.
[puerta se abre] [puerta se cierra] -¿Cómo ha ido todo?
-¿Cómo el qué?
-¿Hablaríais de algo, no?
-Ese es el problema, Mateo.
Últimamente no hablamos de nada.
-¿Qué ha pasado?
-Nada.
-Ana no tenía cara de nada.
Y tú tampoco tienes cara de nada.
Mira, estoy empezando a cansarme de este nuevo Alberto serio y atormentado.
Porque si le has hablado como a todo el mundo, dudo mucho que os hayáis entendido.
-¿Cómo quieres que le hable?
Yo sigo enamorado de ella y ella no hace nada para acercarse a mí.
Me dejó, a lo mejor de eso ya no te acuerdas.
-Te dejó en otras circunstancias, Alberto.
Y con esta actitud lo único que consigues es alejarla más y más.
-No voy a soportar otro fracaso ya.
-Ah, perdona, es eso.
Te estás protegiendo, estás herido, tienes miedo.
Muy bien.
-Estoy herido.
-Las cosas no tienen que ser como antes todo está cambiando.
Alberto, baja ahora mismo y dile que no puedes vivir sin ella.
Que esta es la única manera que tienes de decirle que la quieres.
Que necesitas una nueva oportunidad.
-Ella ya no me quiere, Mateo.
Me lo acaba de decir con sus propias palabras.
Me ha dicho que esto ya no significa nada.
¿Qué más quieres que haga?
Así que, por favor, déjame solo.
Quiero preparar la cena de compromiso de mi hermana.
-¿Vas a ir a la cena de tu hermana y de Valentín?
-Mi hermana se cree que no voy en serio.
O me vende las acciones o te juro que le destrozo la boda.
-Ahora vas a montar un espectáculo.
-No te he pedido que vengas conmigo.
[♪ música triste] -Es que, madre mía, cómo me tiene.
Me tiene extasiado, ¿verdad?
Esto ya, esto ya no es amor.
-Tú me das una pena, primo.
Pues no querías caldo, pon las tazas.
-Claro, pero eso no son dos tazas, primo.
Esto es... -Pedro, ¿se puede saber dónde estaba?
-Pues estaba... -Estaba ayudando a terminar unas tareas.
Pero ya está libre.
-¿Ya ha terminado?
No sabía que era usted el nuevo distribuidor de las tareas en planta.
-No, lo que pasa que yo solo soy el tonto de las galerías que se meten líos sin comer... -Venga, arriba.
Cada uno a sus labores.
¡Vamos!
¡Vamos!
Pedro, Pedro, ¿dónde vas?
-¿No había dicho que vayamos a nuestras labores?
-Hace un rato que le estoy buscando para darle la cita.
Esta noche comenzamos los estudios.
-¿Esta noche?
Eh... Es que yo no puedo, don Emilio.
-¿Cómo que no?
Pedro, si de verdad quiere llegar a ser alguien, tiene que tomárselo de los estudios en serio.
Céntrese.
Si no, ¿cómo va a sacar el bachillerato?
-Sí, pero es que mi mujer -¿Qué pasa con su mujer?
-Pues que no... Está muy encima mío.
-No sé, pues... Con más razón, entonces, digo yo.
No podemos defraudarla.
A las diez, en mi cuarto.
-De acuerdo.
-Pero bueno, si estás aquí.
¿Qué te estábamos buscando?
-Yo también, he estado hablando con don Emilio y hoy... -Calla.
Que no es momento para discutir ahora, Pedrito.
Vente para acá, que se ha acabado un rato.
Y que no hay tiempo que perder, Pedro.
Que no hay tiempo que perder.
-Pero ¿no lo íbamos a hacer esta noche?
-Sí, esta noche también.
Si se ha ido a tos de comer, en media hora un par de veces se puede.
¿En media horita dos veces?
-Que sí.
Que tú eres un figura.
[♪ música jazz suave] -¿Señorita Otegui?
-Sí.
Deja las flores ahí, por favor.
-Mi nombre es Ricardo.
Ricardo Alcázar.
-Perdone, que no... ¿quién dice que lo manda?
-Trabajo para el diario La Calle.
Solo quiero hacerle unas preguntas.
¿Son ciertas las acusaciones de Alberto Márquez?
-Márchese inmediatamente.
-¿Sí o no?
¿De quién es el hijo que espera?
-¡Enfermera!
-Señorita Otegui, dígame y yo le dejaré.
-¡Ey!
¿Qué pasa aquí?
¿Quién es usted?
¡Fuera!
¡Fuera de aquí!
¡Fuera!
¡Échenlo!
¡Es un periodista!
¡Carroñero!
[♪ música oscura] Vergüenza.
Siento vergüenza por todo lo que has hecho, Cristina.
-Raúl, te juro que lo que ha dicho Alberto... -¡Basta ya!
¡Basta ya!
Que negarlo te hace más patética todavía.
-¿Y qué querías que hiciera, Raúl?
Que me iba a abandonar para irse con Ana.
Que me ha engañado desde el primer día.
¿Qué querías que hiciera?
¡Me utilizó!
¡Me quitó mi dinero!
¿Qué iba a hacer?
¡Darle mi bendición!
-¿Hasta dónde te va a llevar tu obsesión con Alberto, Cristina?
¿Hasta dónde te va a llevar?
¿No te das cuenta que no puedes caer más bajo?
-¿Y tú crees que no lo estoy pagando, Raúl?
Y todo el mundo me ha dado la espalda.
Mi familia, mis amigos, tú.
No puedo estar más sola, Raúl.
No puedo estar más sola.
-No es para menos, Cristina.
No es para menos.
Espero que encuentres tu camino.
Por el momento, conmigo lo cuentes.
[golpea puerta al cerrar] [♪ Rudy Guess: "I Don't Miss You Now"] -Bájate del coche.
-Voy a ir contigo.
-Mateo, esto es muy serio.
Te ha entrado un ataque de nostalgia y me vas a arruinar el plan.
-Si vas a montar un escándalo en la cena de compromiso de Patricia, alguien tendrá que cubrirte las espaldas.
No te he fallado nunca, no lo voy a hacer ahora.
¿Estás seguro?
-Bájate del coche.
-Arranca.
-Bájate del coche.
-¡Arranca!
[enciende motor] [♪ música suave] -Gracias, muchas gracias.
Hola, -Hola, Carmen.
-Gloria.
Estás increíble.
-Sí, gracias.
Y tú tan elegante como siempre.
-¿Madre?
-Hijo.
-Bueno, ¿y mi nueva madre?
-Hola, Valentín.
-Hola.
-Siempre recordaré esta noche como la más feliz de mi vida.
Bueno, hasta la boda, claro.
¿Habéis visto a la novia?
¿Por aquí?
-Sí.
-Patricia, estás espectacular.
¡Guau!
La mismísima Cleopatra envidiaría tu belleza.
-Qué cosas tienes.
Doña Carmen.
Madre, ¿me acompaña?
Me gustaría presentarle a los invitados.
-Sí, claro.
Hasta ahora.
Qué cursi es.
Y la madre está en los huesos.
-Qué sosa es.
También ha cogido peso, ¿eh?
-"Juan lleva una cesta de manzanas y peras".
¿Cuál es el sujeto?
¿Cuál...?
Pedro.
¡Pedro!
-Siete.
Yo me, yo me llevo siete.
-Siete collejas se va a llevar usted.
Las matemáticas las hemos dejado ya hace un rato.
Decía usted que le aburrían.
Me parece a mí que lo que a usted le aburre es aprender en general.
-Es que, don Emilio, mi vida no es fácil.
-Ni la mía, ni la de casi nadie.
Céntrese, señor Infantes, por favor.
-Si estoy centrado, don Emilio.
Estoy centrado, pero, pero... en Rita.
En Rita, estoy centrado.
Así es que... Ri... ¿Cómo le cuento yo esto?
Rita quiere, Rita quiere ser madre.
Pero no es que quiera ser... Ella quiere ser madre ya.
Ya ve que me está buscando como... Como una gata en celo.
-"Una gata en celo".
Será cosa de preguntarle a Rita con qué especie animal le compara a usted.
¿Cuál es el sujeto?
-Yo ya no tengo fuerza ya.
Estoy agotado.
Si yo soy un hombre con mucha vitalidad, y usted ya sabe que yo no tengo energía, es que me la, me la está robando.
Día y noche, día y noche.
No me ha dejado descansar entre uno y... No me deja descansar.
-Rita es una mujer de carácter.
Nunca deja tareas sin terminar.
-Sí, pero, don Emilio... -Déjeme terminar.
Se ha propuesto ser madre, no va a parar hasta que lo consiga.
Pero usted tampoco debe parar en sus estudios.
Se trata de formar una familia, ¿no?
Pues tan importante es perseguir un objetivo como otro.
Es más, en el fondo los dos persiguen el mismo objetivo.
¿Cuál es el sujeto?
-Si tiene gran fondo [inaudible].
Pero a mí es que, a mí la vida no me da.
-Sí, le da, Pedro, para eso y para mucho más.
¿Cuál es el sujeto?
-Juan.
-Muy bien, Pedro.
-¿Sí?
-Muy bien, muy bien.
¿Puede explicarme por qué?
-Porque Juan sujeta las cestas y las manzanas y las peras.
Entonces, si no sujeta, pues se caen.
-"Se caen".
-Por fin.
-¿Qué haces aquí?
-Pues espérate, qué voy a hacer.
Que llevo todo el día dando vueltas.
-Pues yo no estoy -Ey, que te acabo de sacar las castañas del fuego con... -¿De qué castañas me estás hablando?
¿Te has hecho caso?
-Ahí, ¿dónde?
Sí, pues de esto, de esto quería hablarte.
-Has discutido con Ignacio, ya te digo.
[inaudible].
-Pedro, ¿qué ha sido con una mujer?
-¿Cómo que una mujer?
-Con la Srta.
Patricia.
-¿Con la Srta.
Patricia?
Tú mañana estás de patitas en la calle y tú estás tan tranquilo.
-Oye, no.
Que tranquilo, no, tranquilo.
Lo que pasa es que ella se pensaba que yo estaba contando... ¡Que estamos liados!
[♪ música romántica] Hace ya unos cuatros meses.
Estaba en la habitación de Isabel.
Y la pillé.
La pillé sí, llena.
Y soñé con ella.
Y empezamos a tontear.
Y soñé con ella.
Y nos liamos.
Pero se prometió.
Pero seguimos liados.
Y ahora resulta que le han sacado unas fotos y le están haciendo chantaje con ellas.
Primo, por favor, di algo porque llevo una hora haciendo guardia en la puerta de don Emilio.
-Pasado mañana se casa la señorita Patricia.
-Es que me he enamorado.
Que te has enamorado.
-Pero no te rías.
Que me he enamorado.
-Pero no te rías.
Primo, primo, primo, primo.
No te puedes enamorar de la señorita Patricia.
-Pues llegas tarde.
No quiero que se case, primo.
Ni menos con el pedo él ese.
Y es que ella tampoco quiere, si yo lo sé, que la pille el otro día y llore como una niña.
Pero claro, como el pelagato es demás perras, pues hala.
-¿Ah?
-Eso es otra cosa, primo.
Y ahí tú no juegas.
Y lo sabe mejor que nadie.
La gente de arriba y la gente de abajo no se pueden juntar si no que se lo digan a la pobre.
O sea, ya golpes a la pobre hasta que está... -Ya lo sé, ya lo sé, primo.
-No, ya lo sabes no.
Primo, no lo sabes.
Sí, porque es distinto.
-¿Quién es distinta?
¿Quienes?
¿La señorita Patricia?
¿Quieres sufrir?
Di-dime, ¿quieres sufrir?
-Que no, que no.
-Alberto.
Escribo esta carta porque últimamente cuando te tengo delante no me salen las palabras.
Te parece increíble, después de lo mucho que hemos compartido.
Pero así es.
Me equivoqué, Alberto.
Te alejé de mi lado porque quería tener una vida más completa, como sentía que la habías tenido tú.
Hoy sé que fue un grave error.
¿Podrás perdonarme?
Y concederme una última oportunidad.
Te amo, Ana.
-Veo que no soy el único que no puede dormir esta noche.
[♪ Noel McKoy: "Brighter Day"] -Lo siento mucho, Ana.
Todo este tiempo me he puesto del lado de Cristina.
Intentando entenderla.
Defendiendo la capa y espada.
Pero he llegado demasiado lejos.
Tratando de destruiros a vosotros, ha acabado consigo misma.
Qué ironía de la vida.
Mira, ahora por lo menos tenéis algo que celebrar.
Podéis seguir estando juntos.
-Raúl, no creo que nada de lo que haya pasado sea motivo para celebrar.
Pagaría porque Cristina no hubiera salido en prensa.
Eso significaría que Alberto y yo seguiríamos siendo los que éramos.
-Nos hemos rendido todos, ¿verdad?
-Eso parece.
¿Dónde ibas?
-A entregar una carta.
Pero no sé ni a dónde ni a quién.
Todo ha cambiado tanto estos meses.
-Ya.
A mí no es la primera vez que me traiciono a un ser querido, la verdad.
Pero eso es algo a lo que uno nunca se acostumbra.
Ana, si te gustaba salir como eras, no dejes de ser esa persona.
A mí me gustaría seguir reconociéndote y estoy seguro que a tu tío también.
[♪ música emotiva] -Rita, lo siento muchísimo.
Es que acabo de salir de la clase de... Vaya clase que hemos tenido don Emilio y yo.
Y luego me he encontrado a Jonás y no sabéis lo que me ha contado porque ha tenido un... ¿Estás enfadada?
-Sí.
Muy enfadada.
Pero no hay tiempo que perder.
-Rita, quieta.
-Calla, calla, ¿eh?
¿Qué bastante has hecho ya?
-Pero que me estás desnudando.
-Bueno, porque una cosa no quita la otra.
Rita, por favor.
Oye, por favor, para.
-No, que has dicho eso muchas veces, muchas veces.
Cuántas más veces mejor.
-Pero, a ver, lo hemos hablado.
-Yo cada vez y nada, Pedro.
-Que todavía es muy pronto.
Que llevamos muchos meses y nada.
El tiempo pasa.
Yo cada vez estoy más nerviosa, Pedro.
¡Que tú a la primera vez con Rosa Mari!
¿Y ahora qué pasa?
¿Por qué no?
¿Por qué yo no puedo?
-¿Qué te pasa?
-¿Eh, por qué no...?
[♪ música apacible] -Tú no eres así.
-¿Y cómo soy?
A ver.
-Linda.
Y dulce.
Pero así esto no funciona.
-¿Sabes lo que pasa, Pedro?
Que a ti esto no te importa.
¿Y sabes por qué no te importa?
Porque tú ya tienes un hijo.
Y yo no.
Yo quiero quedarme embarazada, Pedro, porque... Yo quiero ser madre.
-Yo quiero ser padre contigo.
-Perdón.
-No.
-Familia, amigos, muchas gracias por estar con nosotros en un día tan especial.
Yo de pequeño soñé con muchas cosas.
Soñé con ser futbolista, con ser bombero, hasta con Robin Hood, ¿te acuerdas?
Pero... Jamás soñé con casarme con una mujer como Patricia.
No es solo bella, inteligente, es leal y cariñosa.
Y es la mejor acompañante que jamás ningún hombre podría tener.
Patricia.
Te quiero, mi vida.
[audiencia aplaude] -Mierda.
-Alberto.
-Bravo, Valentín.
Eso es amor.
-Pensábamos que no vendrías, Alberto, qué grata sorpresa.
-No quería hacerle un feo a mi hermana.
Organizado como he podido para poder estar aquí.
Será solo un minuto, amigos.
Valentín ha dicho cosas muy bonitas de mi hermana, pero no la conoce tan bien como yo.
Últimamente Patricia ha estado un poco extraña.
¿No lo has notado, Valentín?
-Alberto.
-Tranquila, Patricia, no tienes de qué avergonzarte.
Será solo una anécdota.
El caso es que yo estaba un poco preocupado.
Y decidí hablar con Patricia.
Le dije que te pasa.
Te conozco y estás muy rara.
Y ella se derrumbó y me contó la verdad.
-Alberto, vas a arborizarme.
-Tranquila, por favor, déjame terminar la historia.
Decidió contarme la verdad.
-No hace falta.
-Ya termino yo.
Valentín.
Puede que tú nunca hayas soñado con esto, pero yo sí.
Desde la primera vez que te vi, fantaseo con la idea de nuestra boda, de estar juntos, felices.
Yo también te quiero.
-¿No les parece la historia más bonita de amor?
Brindo por ese amor.
Y por los sueños que también se hacen realidad.
-Alberto, venga, vamos.
-Esto no hecho más que empezar.
-¿Pero cómo has podido?
-Te dije que no estaba jugando.
-¿De verdad tienes tan poco corazón?
¿Piensas quitármelo todo?
-Todo no.
Tú firma la cesión de acciones y puedes seguir formando parte de las galerías.
La cesión de joyas es tuya.
-Alberto, si por lo menos me dijeras qué vas a hacer con las acciones.
-Eso es asunto mío.
Tú preocúpate de firmar y yo no tiraré de la manta.
Mañana a las nueve de la mañana a las galerías.
Si no vienes, prepárate para que tu suegra y tu prometido sepan la clase de persona que eres.
[♪ Bob Saker: "How Little We Learn Of Love"] Operadora, póngame con el 54... -Acabemos con esto cuanto antes.
-En este contrato renuncias a tu parte de las acciones en las galerías.
Tu 20 % pasa automáticamente a mi nombre.
-¿Y las fotos?
No pienso firmar nada sin ver las negativas.
-Aquí están las fotos.
Tú firmas y yo te las doy.
-¿Y cómo sé que no has hecho una copia?
-Porque yo no soy como tú, Patricia.
Y no te queda otra que confiar en mí.
El contrato que vas a firmar garantiza tu permanencia en Velvet a cargo de la colección de joyas.
Sé que estás haciendo muy buen trabajo con la familia Alcocer.
-¿Vas a felicitarme a estas alturas?
-Toma.
Este es un proyecto en el que padre y yo confiábamos plenamente.
He conservado siempre los últimos bocetos que diseñamos en su día porque creo que son realmente buenos.
son líneas sencillas, elegantes.
Si apostáis por la perla será garantía de éxito.
Están a tu absoluta disposición.
-Y encima pretenderás que te lo agradezca.
Eres odioso, Alberto.
Ojalá te mueras.
[teléfono timbrando] -Galerías Velvet, dígame.
-Vaya, tengo sustituta.
Pues no se te da nada mal, ¿eh?
-¿Qué tal todo, mi amor?
-"Mi amor", si me estás echando de menos.
-No sabes cuánto.
¿Cuándo vuelves?
-Pues no lo sé.
Hoy ha sido la lectura del testamento y a que no sabes quién ha conseguido la finca más soleada y la más fértil.
Bueno, eso lo dice mi padre.
Porque no veas la pelea que he tenido con mi prima, la Rosita, que se ha hecho una verdulera, casi me mata.
Esta es la que me preocupa porque se va quedar sin nada.
-Esto se derrumba sin ti.
Yo por momentos no... quiero que vuelvas ya.
-Yo también te echo de menos.
Pero tampoco puede ser tan grave porque lo he dejado todo organizado.
¿Qué ha pasado?
-Mateo.
-Bueno, es largo de contar por teléfono.
Ya te cuento cuando vuelvas.
Y yo te dejaré marchar.
Te tengo que dejar, amor.
Ya he llamado al notario.
-Ya he llamado al notario.
En dos horas lo tenemos que tener todo preparado.
-Te has hecho con la mayoría de las acciones.
Puedes enfrentarte a los Otegui sin la necesidad de irte.
-Tengo que hacerlo.
-Es una locura.
-No es ninguna locura, Mateo.
Sé perfectamente lo que hago.
-Entonces, si no es una locura, solo queda una explicación.
Eres un cobarde.
Huir es de cobardes y eso es exactamente lo que estás haciendo.
Las cosas no salen como a ti te gustaría.
Sales corriendo y dejas tirado a todo el mundo.
-Hago esto por Ana y tú lo sabes mejor que nadie.
-Hay muchas maneras de hacer las cosas, Alberto.
Con esto solo estás demostrando que tiras la toalla.
Si la quieres de verdad, demuéstralo.
-Si quieres te recuerdo que fue ella la que me dejó.
-¡Te dejó!
¡Asúmelo!
¡Asúmelo de una vez!
¡Te dejó!
¡Y la entiendo!
¿Para qué iba a querer estar contigo?
-Te estás pasando, Mateo.
-¡El que se está pasando eres tú!
Con esta actitud que tienes de sobrado como si le perdonaras la vida a todo el mundo.
-Te perdono la vida a ti.
-Pero la engañas.
-Y tú te vas porque no tienes cojones de enfrentarte a esta situación.
Eres un egoísta, un perdedor, un cabrón egoísta que solo... [♪ Marty McCray: "Moving Down"] -¡Venga, sí!
¡Pégame!
-Nena.
¡Que eres una nenaza!
[risas entrecortada] -Estaba mejor antes de que me partieras la cara.
-Perdona.
Voy a por hielo.
-Anda, no seas nenaza.
Ponga ese hielo en una copa.
¿Me vas a decir por lo menos a dónde te vas?
-A Cuba.
-¿A Cuba?
-Mi madre pasó mucho tiempo allí.
Quiero conocer aquello.
-Menudo derechazo.
¿Has estado practicando?
-Tu saco todavía está en mi casa.
-¿Aún lo tienes, maldito perro?
Ese saco es mío.
-¿Tú te enamoraste para el uso que le ibas a dar?
-Para lo que duró el amor.
-Eh, pegas como una niña.
-Las galerías no van a ser lo mismo sin ti.
Lo sabes, ¿verdad?
-Me estoy volviendo loca, Ana.
Que tengo al pobre Pedro roto con tanto billete de tómbola.
¿Tú te acuerdas lo que te dije que me explicó mi hermana que cuantas más veces jugara, más probabilidades tenía de ganar?
Pues le he pegado una jarta de feria que yo creo que ya no me quiere ver ni en pintura.
Es que casi me caigo a mi marido de tanta cama.
[♪ música suave] No podemos seguir así.
Le quiero hacer padre, pero, pero el problema soy yo.
¿Y si, por no cumplir con eso, él piensa que ojalá no se hubiera casado conmigo?
-No digas eso ni en broma.
-Ana.
Voy a ir al médico.
-Bueno, si es lo que quieres.
Y lo mismo así te tranquilizas.
¿Se lo has dicho a Pedro?
-Sí.
-¿Y él qué dice?
-Pues que me apoya con todo lo que sea.
-Pues habrá que... Habrá que buscar un buen médico, especialista en estos temas.
Y a ver si así se te quitan los fantasmas que tienes en la cabeza.
¿Vamos al taller?
-Sí.
[teléfono timbrando] -¿Sí?
-¿Estarás contenta, supongo?
-¿Cristina?
-Por fin has conseguido lo que siempre habías querido, ¿no?
Hundirme.
El caballero ha salvado a la princesa y a la bruja que la queman en la hoguera.
-Cristina, siento mucho lo que te está pasando.
-¡Ah, ella lo siente!
Tú no tienes la culpa de nada, ¿no?
No tienes la culpa de la destrucción de mi matrimonio.
No tienes la culpa de que casi pierda a mi hijo.
No tienes la culpa de que yo esté sola.
¿Verdad?
No tienes la culpa... -Cristina.
-Sola, completamente sola.
Y todo es por tu culpa.
Entérate, mosquita muerta.
Es por tu culpa.
¡Te odio!
¡Te odio!
-Basta ya, Cristina.
-Déjame en paz.
-Estás llena de odio.
Te vas a acabar pudriendo, pero a mí no me vas a llevar contigo.
-¡Enfermera!
¿pero qué pasa en este hospital que nadie atiende a los enfermos?
-Señorita Otegui... -¡Señorita, mi señorita!
No ve que necesito algo, para tranquilizarme.
-Llamen a un doctor para que ordene un calmante.
[♪ música delirante] Era verdad.
El hijo que espero no es de Alberto.
-Mi padre siempre me decía que si no le encontraba ningún sitio, que buscara aquí en la balaustrada.
-Desde aquí lo veo todo perfectamente.
No hay nada que se me pueda escapar.
¿Me estaba usted buscando por algo en concreto?
-Ya sé que usted no fuma, don Emilio.
Era de mi padre.
Él nunca salía sin él.
-Sí, lo sé.
-Su madre se lo regaló a poco de conocerse.
Decía que le traía buena suerte.
-Quédeselo.
A mí le gustaría que usted lo tuviera.
Usted siempre le apoyó, a pesar de todo lo que hizo.
-Va... ¿Va todo bien?
-Quería pedirle perdón por todo lo que le he hecho sufrir desde que conozco a Ana.
Desde que Ana desapareció, las cosas entre nosotros no han sido iguales.
Y lo entiendo.
No pretendo que cambien ahora.
Pero quiero que sepa que estoy arrepentido.
-¿Y por qué me cuenta ahora todo eso?
-Porque me he dado cuenta que no basta con querer a alguien O estar enamorado.
Hacen falta otras cosas.
Y eso es lo que yo no le he sabido dar a Ana.
-Usted y yo, diferencias aparte, tenemos una cosa en común.
Los dos queremos a Ana, más que a nada, ni a nadie en este mundo.
¿O no?
-Así es.
-Le agradezco sus palabras.
Y si a usted le sirve de algo, quiero que sepa que puede contar con mi perdón.
Es más, que ya contaba con él.
Y ahora... Ahora dígame, por favor, ¿qué es qué es lo que está pasando?
-Quiero que sepa que Ana es la primera persona en la que pienso cada vez que tomo una decisión.
Echaba que no ibas a venir.
-Soy el subdirector de estas galerías.
Es mi trabajo.
[♪ música suave] -Señor Cafiero, buenos días.
Bienvenido a Velvet.
¿Cómo está?
-Pues mejor que tú.
Espero que la pelea fuera por una mujer.
Es lo único por lo que merece la pena, partirse de la cara.
¿Se dice así?
-Se dice así.
-Muy bien.
-Vamos dentro antes de que hablemos de mujeres.
La firma de este contrato garantiza la permanencia de Mateo Ruiz Lagasca como subdirector de las galerías, de Patricia Márquez como la encargada de la colección de joyas y Ana Ribera como diseñadora internacional de la casa.
En primer lugar, lanzaremos la colección de Phillipe Ray en Italia y acto seguido Ana diseñará una colección en base al mercado internacional.
Pero esta vez no en nombre de Phillipe Ray, sino de Ana Ribera.
-Ana Ribera... Me gusta como suena.
-Entonces estamos de acuerdo con las condiciones.
-No hubiera subido a ese avión si no tuviera claras sus condiciones.
Y ahora quiero saber si usted tiene claras las mías.
-Por supuesto.
Todas mis acciones pasará a pertenecerle íntegramente en el momento de la firma.
-Sí, sí, sí, sí.
Para una empresa no es solo las acciones.
Es trabajo de todos estos años, sus sueños, sus ilusiones, su casa.
¿Está dispuesto usted a renunciar a todo eso?
[♪ The Roues Brother: "Daydreaming"] ¿Le puedo hacer una pregunta?
-Por supuesto.
¿Qué va a ser a partir de ahora?
-Lo único que sé es que voy a tener mucho tiempo libre.
[hablando italiano] -A mi edad ya no se puede empezar de cero.
Te deseo buena suerte.
-Gracias.
-Ten.
Tienes que tener el cuerpo cortado.
-Teníais que haberla oído.
Gritando como una histérica.
Parece que estaba loca.
-Pero si es que está loca.
Ana, que lo tienes que estar pa' hacer lo que ha hecho.
Has hecho muy bien callar como se merece.
-Ahora me doy cuenta de todos los años que llevo siendo víctima de ella con la obsesión que tiene con Alberto.
Pero no pienso dejar que me humille ni una sola vez más.
-No, no debes hacerlo.
-Ana, quieren verte ahora en el despacho de don Alberto.
Dicen que es urgente.
-Venga.
¿No lo has oído?
-Vamos, Ana, que Alberto te está esperando.
-¿Y si ya lo sabe?
-Eso es imposible.
En el taller solo estaba en las modistas.
-¿Y si le he llamado también a él?
-Pues entonces sabrá que está como una regadera sin que tú se lo cuentes.
-Cuanto antes subas, antes lo descubrirás.
-Ana, qué pensar.
[♪ música apacible] -¿Me buscabas?
-Bueno, yo exactamente no.
Pero hay una persona que está deseando conocerte.
-Así que es usted el talentoso genio de la moda, Phillipe Ray.
¿O de verdad?
¿Qué debería decir?
Ana Ribera.
Disculpe, no me he presentado.
Soy Enzo Cafiero.
-¿Enzo Cafiero?
¿De modas Cafiero?
Le sigo desde que soy una niña.
-En ese modo, la admiración es mutua.
-El señor Cafiero es un nuevo accionista de las galerías.
Va a distribuir tu colección a nivel internacional.
Dice que eres la próxima Coco Chanel.
-¿Cómo?
-Bueno, si todo sale como espero, serás mejor que ella.
-Felicidades.
-¿Pero esto es una broma?
-¿Accionista?
-Es una historia muy larga, pero ahora lo importante eres tú.
¡Ay, no me lo puedo creer!
Gracias, gracias.
Perdónenme el entusiasmo, pero es que llevo toda mi vida esperando por algo así.
Y no me lo puedo creer.
-Vas a cumplir tu sueño.
-No se disculpe, por favor.
Tiene motivo de sombra para estar así.
-Señor Cafiero, acompáñeme, por favor.
-Chao, Alberto.
Hasta pronto.
-No le defraudaré.
No sé cómo lo has hecho, Alberto, pero gracias.
Yo no he hecho nada, has sido tú.
Te dije que lo conseguirías.
-¿Y ahora qué?
[♪ Selectracks: "Bring Your Love Back Home"] -Ve corriendo a contárselo a tu tío.
-Sí.
-Sra.
Infante, ¿cuántas veces te he...?
-...de hecho Cafiero va a lanzar mi colección internacionalmente.
-¿Qué dices, hija?
-Alberto ha firmado un acuerdo con él, es el próximo accionista de Velvet.
[gritos indistintos] -Sabíamos que lo conseguirías.
-Sí, pero no solo ellas, todos.
-Bueno, pero ¿por qué lo saben ya?
-¡Porque Mateo lo ha anunciado!
-Gracias, chicos, gracias.
-Bueno, esto habrá que celebrarlo, tenemos que brindar, ¿no?
-¡Ey!
Las celebraciones fuera de mi cuarto.
-Pero ¿por qué?
-¡Fuera de mi cuarto, por favor!
-Bueno... ¡Vámonos!
[♪ música finaliza] -¿Se va?
No debería casarse con un hombre al que no quiere.
-¿Tú qué sabrás?
-Sé que no le quiere.
Sé por qué se casa con él y sé que no va a ser feliz.
-¿Y con quién voy a ser feliz?
¿Contigo?
¿Aquí?
-Ojalá me estuviera equivocando, pero creo que la conocí del todo el día que la vi llorar de ese modo, allí fuera.
Puede que lo que tuvimos usted y yo fuera solo sexo, pero nadie lo obligaba a repetir cada noche.
Yo ya había caído en sus redes y no la iba a delatar una mujer como usted, esas cosas las sabe.
-Tampoco fueron tantas noches.
-Créame que sí.
Y usted me buscaba mucho más de lo que yo la buscaba a usted.
Fuera lo que fuera, lo que tuvimos usted y yo fue real.
Y lo que está construyendo con ese hombre está vacío por dentro.
-Adiós, Jonás.
¿Me abres la puerta?
Que seas muy feliz.
-Igualmente.
-Vamos, hija, que mañana es tu gran día y tienes que estar descansada.
¿Te has dejado algo?
-No.
No, no.
-Lo mismo que pasa con esas botellas, ¿que están hechas por vino o la vendimia?
¿Estás bien?
No estás pensando lo de ayer, ¿no?
-¿Qué es lo de ayer?
-Lo de la señorita Patricia.
-Ah, no, que va, eso es agua pasada.
[♪ Stephane Huguenin: "It Was Over Before It Even Began"] -Pensé que tendrías difícil encontrar un taxi a estas horas.
-Las maletas estaban... -Ya las he recogido.
[♪ música se desvanece] -Vengo a celebrar el éxito.
-Gracias.
-Hija, momentos así es cuando uno se da cuenta... de quién le importa y quién no.
-Le echo tanto de menos.
-No puedes seguir así, Ana, a mí me tiene sin cuidado lo que él sienta por ti, pero tú tienes que arriesgar, tienes que arriesgar, así es la vida.
-Es que Alberto no me perdona que le haya dejado.
-Va de consejo y esta vez no te lo cobro, en esta vida se aprende mucho más de lo que se pierde que de lo que se gana.
Y para mí que Alberto te quiere.
-¿Usted cree?
-Sí, lo creo.
-Ana.
Ana, que no vas a sacar de pobres, don Emilio, No sabes la alegría que me hace que haya venido a brindar con nosotros, por favor.
-Gracias -Vamos a hacer este brindis por Ana Ribera.
¡Por Ana Ribera!
-Por Ana Ribera.
[♪ Stephane Huguenin: "I Want You To Be My Man"] -Aún faltan dos horas para que salga tu vuelo.
¿No quieres que te espere?
-¿Despedirnos en la puerta de embarque como dos enamorados?
-No tiene remedio.
-Anda, toma.
-¿Mi saco?
El otro día demostraste que pegas como una niña, tendrás que practicar.
-Cuando Ana sepa que te has ido, va a querer saber... -No le digas nada.
No le digas nada.
-No te preocupes, yo la cuidaré.
-Te quiero mucho, hermano.
-Alberto se ha ido de las galerías, se ha marchado para siempre.
-Mateo, no llegamos.
-Airsa A208.
Destino La Habana.
¡Vamos a por él!
-Señor, ¿su billete y el pasaporte, por favor?
-Las galerías eran su vida.
-Cuando un hombre da un giro tan radical a su vida suele hacerlo por una mujer.
-Esto es inaudito.
-Esto es un nuevo reto para todos nosotros, por eso les pido, por favor, que nos esmeremos muchísimo en esta recepción.
-¿Le has regalado las acciones a Alberto?
Bueno, es que alguien nos va a tener en cuenta para tomar una sola decisión en esta empresa.
-Mira, Enrique, el nuevo dueño de Velvet, llega hoy.
Esas cosas trátalas con él.
-Creo que debo conocerlo un poco más antes de dejar mi nuevo negocio en sus manos.
-Dentro de poco voy a casarme con otro hombre, ¿y me vas a decir que no te molesta?
-A quién le va a doler esa boda es a usted, aunque dudo que sea capaz de reconocerlo.
-Si no conseguimos recuperar la mina, que Dios no lo quiera... -Por favor.
-Podemos caer en la ruina, así que trata bien a Patricia.
-Nunca imaginé que sería así.
Voy a casarme con un hombre al que no amo.
-Patricia, ya hemos hablado de eso.
-¿Me estoy equivocando?
-¿Quieres a Valentín Alcocer por esposo y prometes amarle y respetarle todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?
Support for PBS provided by: