

The Big Day
Season 4 Episode 11 | 1h 12m 42sVideo has Closed Captions
Alberto and Ana’s love triumphs, but Cristina’s downfall leaves Velvet’s fate uncertain.
As the truth of his disappearance comes to light, Alberto reunites with his son and finally proposes to Ana. Pedro and Rita look to the future. Cristina faces ruin and Velvet’s future hangs in the balance after the fire.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

The Big Day
Season 4 Episode 11 | 1h 12m 42sVideo has Closed Captions
As the truth of his disappearance comes to light, Alberto reunites with his son and finally proposes to Ana. Pedro and Rita look to the future. Cristina faces ruin and Velvet’s future hangs in the balance after the fire.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-Bueno, ¿qué has hecho durante todos estos años?
-No sabría por dónde empezar.
-Pues por el principio.
Por ejemplo, ¿por qué te fuiste?
-Yo ya no sé quién es Alberto, doña Blanca, llevo cinco años pensando que estaba muerto.
-Ana, vuestras familias trataron de separaros toda la vida, Londres os distanció durante mucho más de cinco años.
Y las galerías pusieron más impedimentos aún.
Y a pesar de todo eso, vosotros seguisteis enamorados.
-Pero eso fue hace mucho tiempo.
¿Y si se ha casado?
¿O tiene hijos?
¿O simplemente viene a cerrar esta historia para siempre?
-Nunca recibí una carta tuya.
-Jorge Juan, 28, cuarto izquierda, Madrid, 9.
-Alberto.
Clara y yo estamos separados.
Hace más de cuatro años que no vivo allí, el matrimonio más breve de la historia, sí.
-Tengo una carta certificada para usted.
-Ay, mi madre.
-Tengo que presentar tres modelos y ellos decidirán si entro o no entro.
-La idea era apostar por una familia.
-Y eso es lo que no tiene ningún sentido.
Quizá con esto del embarazo hemos hecho cosas que ninguno de los dos quería.
-No, yo sí que quería hacerlas.
-¿Me vas a decir que estás enamorado de mí?
-Sí.
-He perdido el niño.
Ahora ya sabes lo que me pasa.
-¿Pero no lo entiendes o no lo quieres entender?
Ana vive enamorada de él.
-Conozco a Alberto.
Puedo hacerle dudar.
-No te creo.
-Tú entérate de en qué vuelo de Airsa llega, yo estaré allí para recibirle.
¿Alberto?
Esta es Cris, tu hija.
-Verás, cielo, pero si no soy tu papá.
-Pero mi mamá siempre me ha dicho... -Tu mamá estaba equivocada, cariño.
Estoy seguro que tienes un papá maravilloso.
Pero yo no lo soy.
-Ana, ya habrá tiempo para los reproches y te lo digo por experiencia, disfruta de lo maravilloso que va a ser recuperarle.
-Cinco años de mi vida.
Acordándome de él cada minuto.
-Mucha suerte, amigo.
-Te escribí durante mucho tiempo, cuando vi que no me contestabas pensé que no, que no querías saber nada de mí.
-¿Alberto?
-¡Mamá!
-¡Alberto!
¡Alberto!
-Mi hijo.
Nuestro hijo, Alberto.
Tienes que ayudarme a encontrarlo, por favor.
¡Alberto!
-Tiene irritación ocular.
Analítica para ver los niveles de cianuro e intubación al 100%.
¡Rápido!
-Lo siento, lo siento, no pueden pasar de aquí.
-Por favor.
-Lo siento.
-Todo va a salir bien.
[♪ Alba Llibre, Lucio Godoy: "Falling in Love"] -Pueden pasar a verle.
-Ana, Ana, Alberto.
[♪ música triste] Alberto, hijo, por favor, no abandones.
No abandones.
Por favor.
-Hijo.
-Por favor.
-Yo no puedo verle así.
-Por favor.
Por favor.
Por favor.
-Don Emilio, sé que no tengo derecho a pedirle esto.
Pero le rogaría que me dejara a solas con él, por favor.
-Claro.
Claro.
-No sé si me puedes oír.
Pero me gustaría decirte algo.
Me arrepiento de muchas cosas.
Si llego a saber que estabas aquí, nunca me hubiera marchado.
Escucharte decir tu primera palabra.
Alberto, cariño, sé fuerte.
No nos dejes.
[♪ Jean-Phillippe Goude: "Sentimental Journey"] Alberto, ¿me puedes oír?
Alberto.
Alberto, cariño, ¿puedes oírme?
¡Ana!
¿Puedes oír, cariño?
No, no, no.
-Papá, ¿estoy en el cielo?
-No, no, mi vida.
Estás en un hospital, pero no te preocupes, que te vas a poner bien.
¡Ana!
-¡Mamá!
-Mi amor, mi vida.
Ay, qué susto no has dado, hijo.
-Mamá, ha venido papá.
-Sí.
-Abuelo, ha venido papá.
-Ya lo he visto.
-Si me permiten, tengo que examinarle.
Hola, soy el doctor Valdallo.
¿Me puedes decir tu nombre?
-Alberto.
-Ah, Alberto.
Muy bien, ¿te duele la cabeza, Alberto?
-No.
-Otra cosita.
¿Tienes mareos?
¿Te sientes mareado?
-Tampoco.
-Muy bien.
-¿Por qué me habla usted tan despacio?
-Te hablo despacio para comprobar que me entiendes, pero ya veo que eres un chico muy listo.
¿Podemos hablar un momento?
-Voy.
-Gracias.
-Amor, te quiero, te quiero.
-Sabía, sabía que no me ibas a fallar, lo sabía.
Lo sabía.
-Doctor, por favor, dígame que está todo bien.
-Su hijo ha reaccionado rápido y eso es muy buena señal.
No está confuso, habla con fluidez y respira con total normalidad.
Habrá que examinarle nuevamente, pero tranquilos, se va a poner bien, les debo dejar.
-Gracias.
[♪ música emotiva] Alberto, por favor, que esto está lleno de gente.
-Ana... Alberto, Alberto, no, por favor.
Alberto, por favor, que está todo el mundo mirando.
Por favor.
-Ana Rivera, por tercera vez en mi vida, ¿te quieres casar conmigo?
-Sí.
Sí quiero.
[aplausos] [conversaciones indistintas] -Por favor.
Un momento, por favor.
Por favor, ¿quieren tranquilizarse?
-Discúlpeme, señor Cafiero, pero no creo que estemos en situación de poder tranquilizarnos, la verdad.
-Nosotros hemos hecho todo lo que hemos podido, es la señorita Otegui que provocó este terrible incendio y es Ana la que se va a marchar.
-Señor Cafiero, por favor, no trate de hacer responsable a mi sobrina de los errores cometidos por usted.
Esta empresa goza de un merecido prestigio en todo el país, parte de ese prestigio y de los beneficios que a usted le han proporcionado se deben precisamente al trabajo de Ana.
-Quien quiera entender que lo entienda, nosotros no seguiremos invirtiendo aquí más dinero.
Acabamos de cerrar un trato con un nuevo inversor y será él quien se haga cargo de Velvet.
-¿Inversor o inversora italiana?
-Por favor, les pido silencio, mi padre está a punto de bajar y el inversor debe estar llegando.
[♪ Jay Glover, Dominc Glover, Gary James Crockett: "Rise Up"] -Buenos días.
-Buenos días.
-Buenos días.
-Alberto.
-¡Alberto!
Debí imaginarlo, eres increíble.
-Por algo es mi mejor amigo, señor Cafiero.
-Mateo, ¿qué tal estás?
-Muy bien.
-Pues, si has venido a hablar de negocios, vamos allá.
-Más que hablar, he venido a firmar.
-Vale.
-Imagino que ahora que han anulado su boda, se irá contigo a New York.
¿No es ahí donde te escapaste?
-No sabía que no te importara mi vida privada, Marco.
-Ni yo que te interesase, Velvet.
Entendí que cuando nos vendiste las galerías, querías huir de aquí.
-Teníais un gran proyecto, ahora está claro que no.
-Los motivos por los que Alberto quiera adquirir las galerías no nos importan.
Siempre que pague lo que hemos pedido.
-Por supuesto.
-Estoy seguro que estas galerías recuperarán su brillo de tu mano.
-No voy a ser yo el que le dé un futuro a este lugar.
Vamos a buscar un buen proyecto de negocio que le devuelva el trabajo a la mayoría de los empleados.
-Bravo, bravo.
-Será mejor que nos marchemos, padre.
Aquí ya no tenemos nada.
-Yo no lo hubiera dicho mejor.
-Enzo.
-Buena suerte, Alberto.
-Grazie mille.
-Enzo.
-Marco.
-Suerte.
[risas] -Qué grande eres.
-Anda, no digas tonterías y avisa a los empleados, quiero darnos las noticias.
-A sus órdenes.
[♪ música emotiva] -¿Tan importante es esa conversación que no puede esperar a mañana?
-Lo siento, padre, pero no voy a hacer la presentación de esta noche.
-¿Por qué?
-Porque no me voy a hacer cargo de la empresa.
-Alberto, hijo, has terminado tus estudios y ahora es el momento de que colabores con la familia.
-Y de que me case, se le ha olvidado decir eso también.
-Cuando yo tenía tu edad, ya tenía un hijo de cinco años.
-Pero es que esta no es su vida, padre, es mía.
-Alberto, hijo, nunca te he obligado a nada.
-Pues si no me obliga a nada, entonces aceptará que no me quiera hacer cargo de la empresa.
Esto va a seguir siempre igual, padre.
Tenemos formas muy distintas de ver la vida.
Y la empresa.
¿Y tú cómo la ves?
[toques a la puerta] -Disculpe, don Alberto, los empleados le están esperando abajo.
-Emilio, no me llame don Alberto.
-Tiene razón, ha sido verle aquí... Ha sido verte aquí de nuevo y... Se me ha, me ha salido solo, son muchos años, muchos recuerdos, mucho de todo.
-¿Por qué no quiere venir con nosotros a Estados Unidos?
-Mi sobrina no sabe guardar un secreto, ¿eh?
-Conmigo le cuesta, don Emilio, usted es como un padre para Ana, y para mí como si lo fuera.
-Por eso, precisamente.
Tengo casi un hijo y casi una hija, que han decidido, por fin, han decidido escapar para vivir su vida.
La mía está aquí.
Sigue aquí.
Yo a vosotros no os hago ninguna falta.
Posiblemente a Velvet tampoco se la haga, ya lo sé, ya lo sé, pero... Mientras tanto... Velvet es mi lugar en el mundo, no tengo otro.
-Le vamos a echar de menos.
-Alberto Márquez Navarro, abajo están los empleados, tus empleados.
No les hagas esperar.
-De acuerdo.
Yo le voy a guardar una habitación, por si usted quiere venir a vernos, le tendré una preparada para cuando usted quiera.
-Gracias.
[♪ música animada] -Si ya le tenemos ahí.
-Sigues siendo el hombre más atractivo de España.
-Después de ti, Raúl, me alegro de verte.
-Están muy nerviosos, quieren escucharte.
-Muchas gracias a todos por venir.
Es un sueño para mí volver a ser el propietario de estas galerías.
Se lo pueden imaginar, sé que en los últimos años han sufrido mucho con los cambios, y sobre todo después del incendio.
Pero quería pedirles una vez más un nuevo voto de confianza, la historia de Velvet no puede terminar así.
-Entonces, ¿Velvet volverá a abrir sus puertas?
-Ahora mismo no puedo contestarle esa pregunta, doña Blanca, yo no he venido aquí para quedarme, pero sí para encontrar un nuevo negocio que vuelva a hacer grande este lugar.
-¿Y qué será de nosotros?
-Pero si tú te vas a París, más bien, ¿qué será de nosotros?
-Estoy cerrando un acuerdo con el dueño de un edificio para que todos ustedes conserven sus viviendas, bajo un alquiler testimonial, no se preocupen.
Será como vivir aquí, y si lo miramos de una manera positiva, con más independencia.
Aquí de momento hay tareas de limpieza y de recogida, así que todos ustedes van a conservar sus puestos de trabajo, y con un poco de suerte en dos semanas podré confirmarles algo.
Don Emilio.
Don Emilio, si me lo permite, me gustaría que usted fuera el primero en elegir vivienda.
-La verdad es que no sé qué decir.
-Don Emilio, eso nadie lo va a cuestionar.
-Gracias, gracias.
-Gracias a todos ustedes por traerme hasta aquí.
Me voy lejos de aquí, pero quiero que sepan que Velvet siempre estará en mi corazón.
[aplausos] -Formidable, has estado formidable.
-Gracias.
-Espérame un segundito.
Lástima que tengas esa pinta de guarro.
-¿Pero qué te ha entrado a ti con mi barba?
Si me hicieras caro y te la dejaras, a lo mejor le gustarías más a Clara.
-Ah, anda toma.
-¿Qué es esto?
-Si no lo hacéis por mí, hazlo por tu boda.
[risas] -¿En serio?
¿Pero tú no te has dado cuenta que yo soy un visionario?
Hazme caso, déjatela.
-Me doy cuenta que eres un guarro.
-¿Dónde vas?
-A aclarar un tema.
-¿Quieres que te acompañe?
-No con esa barba.
[♪ música animada] -Buenas tardes.
-Buenas tardes.
-¿Don Matías ya no trabaja aquí?
-No, qué va.
Hace unos cuatro años se jubiló y desde entonces sirvo yo a este portal.
¿En qué le puedo ayudar?
-¿Sabe qué?
Yo vivía aquí, tengo un amigo que me escribía... -¿No será usted don Mateo Ruiz Lagasca?
-Sí.
-Pues sí que debía echarle de menos a ese amigo suyo, espere.
Don Mateo Ruiz Lagasca.
Esto es para usted, me temo que muchas no lleguen muy a tiempo.
-Muchísimas gracias, gracias, de verdad.
-De nada.
-Hola, hola.
-¡Papá!
-Gracias.
-[inaudible].
-¿Cómo estás, cariño?
-Bien, ya tenemos todo preparado.
-¿Sí?
¿Cómo es el traje de mamá?
-Oye, ¿no estarás intentando sonsacar al niño?
-No.
-No, qué va.
Si vengo dos minutos más tarde, mañana no hay sorpresa.
-¿Cómo estás, amor?
-Bien, he venido a ver a mi tío, a ver si puedo insistir un poquito más.
-¿Me puedo quedar con papá?
-Está bien, pero no la lieis, ¿eh?
-¡Bien!
-Cariño, te afeitarás para mañana, ¿no?
-¿Me afeito?
¿Sí o no?
-Sí.
Sí.
-¿Sí?
¿Quieres ver unas telas muy bonitas?
-Sí.
-¿De colores?
¿Sí?
-Saquen todo esto fuera con lo demás y avisen a Mario, está carga directamente al vertedero, y todo esto también, directamente al vertedero.
Hagan el favor, ayuden a sus compañeros a sacar aquellas cosas.
Ahí están, ahí, y al vertedero todo después.
-Tío.
-Ya lo ves, hija, años y años dejándote la vida aquí y ahora... -No debería estar aquí, es demasiado doloroso ver esto.
-Se... se barruntan tiempos de cambio, -Pero no tienen por qué ser a peor.
-Tal vez, hija, pero, me temo que fácil lo que se dice fácil no va a ser, va a costar lo suyo.
-¿Pero qué dice?
Ya verá qué bien nos va a ir en Nueva York.
-Yo no voy a ir con vosotros, hija.
Yo no voy a salir de aquí.
No puedo salir de aquí.
-Tío.
-No insistas, hija, por favor, no insistas.
No insistas porque si insistes es que no me conoces.
Y si no me conoces, pues ya me contarás qué hago yo en Nueva York sin conocer a nadie, ¿no?
-Es que yo no sé vivir sin usted, tío.
Le vamos a echar mucho, mucho de menos.
-Y yo a vosotros, pero bueno, ya sabéis dónde encontrarme.
Ahora tengo que ir al, al almacén.
Voy al almacén.
[♪ Kimaya Marie: "Just One More Day"] -Don Emilio, ¿qué hace usted aquí?
¿Se encuentra bien?
-Pues no, no del todo, esa es la verdad.
-¿Qué le pasa?
-Pues pasa, doña Blanca, que hay decisiones que cuesta trabajo tomar.
Como la de quedarse solo, por ejemplo.
-Pero, don Emilio... -Perdone, doña Blanca, perdone, pero es que... Es que si no se lo cuento a alguien, reviento.
-Claro, claro.
Pero su sobrina le ha pedido que se marche con ellos, ¿no?
-Sí, ya lo sé, pero es su vida, la de su marido y su hijo.
Es la vida de ellos, no la mía, ¿o no, doña Blanca?
-Sí.
Para ellos va a ser también muy difícil estar sin usted.
-Hay que ver, ¿eh?
Hay que ver cómo cambian las cosas de un día para otro, ¿eh?
-Sí, para serle sincera, yo tampoco sé muy bien qué voy a hacer a partir de ahora.
-Vaya dos, ¿eh?
-Sí.
¿Qué le parece si nos acercamos a las nuevas viviendas?
A lo mejor ahí encontramos algo con lo que ilusionarnos, ¿no le parece?
Sí, voy a ir, voy a ir a enterrarme de todo y vengo a buscarle en un minuto, ¿eh?
-Vale.
-Don Emilio, me alegro de que no se marche.
-Gracias.
[♪ música animada] -No estaba muy seguro de que fueras a venir.
¿Cómo estás?
-Recuperada.
¿De qué quieres hablar?
-Bueno, como hace un tiempo que no nos vemos y... ahora que Velvet ya no nos une, quería saber cuáles son tus planes.
-Me gustaría irme de España, demasiadas cosas en muy poco tiempo y hay alguna que me gustaría olvidar.
-¿Sin mí?
-¿A qué estás jugando, Enrique?
-No estoy jugando a nada.
Si quieres que me vaya contigo, no tienes más que pedirlo.
-Estás muy mal acostumbrado.
Yo no pido las cosas.
-Muchas gracias, caballero, si no le importa, mañana alguno de los empleados se acercará a ver las viviendas.
-Sin problema.
Allí habrá una persona para recibirles.
-Clara, acompaña a José Emilio a la salida.
Ya tenemos viviendas, ya puedes confirmar la dirección.
-Por supuesto.
Si es tan amable.
Qué bien que hayas vuelto.
[teléfono] -Dígame.
-Mira que te pones moñas cuando escribes, ¿eh?
Gracias, me han encantado.
-¿A qué te refieres?
-Tengo tus cartas, las que me escribiste desde Nueva York.
Las acabo de recoger en mi antigua vivienda.
-Lo que no entiendo es qué pasó con las que mandaba a Velvet.
-¿Escribías a Velvet?
-Un poquito más que a ti.
-Pues creo que deberíamos ir a correos a averiguarlo, si yo he recibido las mías, en algún lado tendrán que estar el resto.
-Voy para allá.
Paco, eso lo pones en la furgoneta.
Juanjo, te llevas el correo de primera hora en las cajas amarillas.
-Buenos días, caballero, estoy buscando al encargado de reparto de las galerías Velvet.
-Lo siento, caballero, pero como verá aquí, estamos muy ocupados.
-Alberto.
-Disculpe, pero es importante, llevo mucho tiempo enviando cartas a Velvet y por algún extraño motivo las cartas no llegan.
-De vez en cuando la correspondencia se extravía.
-Bueno, se extravía una carta o dos, ¿pero cien cartas durante cinco años?
Discúlpeme, pero no me lo creo.
-Lo siento, habrá escrito mal la dirección, usted sabrá.
-Sé perfectamente las señas de mi casa, le estoy diciendo que esas cartas no llegan a su destino porque alguien lo está manipulando.
Soy el director de las galerías Velvet, Alberto Márquez, al que me dé información sobre las cartas que escribía Phillipe Ray a Ana Rivera, le daré una recompensa de quince mil pesetas, aquí está mi número de teléfono.
La recompensa estará vigente hasta mañana a las 12:00 del mediodía, gracias.
-Míralo, qué tunante.
Bah, hasta de pistolero está guapo.
-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento.
Llego tarde, ya lo sé, ya lo sé, ya lo sé.
-¿Cuántas veces tengo que decirle, Jonás, que la mejor carta de presentación para un profesional es la puntualidad?
-Tengo una excusa.
-Esperemos que sea buena.
-Lo es, lo es, es que tenía que ir a recoger esto.
Mi billete a París.
-Bueno.
Parece que ya no hay marcha atrás, ¿no?
-Eso parece.
-Al final he conseguido pulirle un poco, ¿no es así?
Y con esto que le he traído va a enamorar del todo a los parisinos.
-¿Me ha comprado un regalo?
-No, lo he robado.
¿Tú qué crees?
Ábrelo.
[♪ música emotiva] -Muchas gracias, señor De la Riva.
Yo no sé cómo puedo agradecerle todo esto.
Ni siquiera sé por qué lo hace.
-Porque creo que tienes mucho talento.
Y porque el día que triunfes, yo me voy a sentir muy orgulloso de ti.
-Le voy a echar de menos.
-Ahora tienes que volar.
-¿Y usted qué planes tiene?
-Poner copas en un bar.
-¿Ah, sí?
-No, es broma, pero algo se me ocurrirá.
No sé, me interesa el cine, no me importaría hacer el diseño de vestuario de una película.
-Pues eso estaría muy bonito.
-Sí.
-Pero dejemos de hablar de mí, hablemos de ti, ¿tú qué opinas de mí?
-No sé, señor De la Riva, yo... -Sigo bromeando, Jonás.
Cuénteme cosas de París.
-Ah, París.
[♪ Steve Martin: "New York Love Affair"] -Lo siento, pero la chica ya está invitada.
Pues sí que tenías ganas de verme.
-¿Yo?
-Si esperabas ligar con ese, tendrá que ser otro día.
-Llegas muy tarde.
-Tuve que ayudar a Alberto a resolver un asunto.
-Pues has llegado a tiempo de no tener que resolver otro asunto aquí.
-Es un perdedor.
-¿Dónde me vas a llevar?
-¿Te acuerdas un club de jazz donde te enamoraste perdidamente de mí?
-¿Lo vas a volver a intentar?
-Bonjour, mi "primé".
-¿Pero qué?
¿Eso es francés?
-Hombre, claro que es francés, mira, el francés está tirado, tú te aprendes cuatro cosas y luego es como el español con una "e" al final.
-Primo, yo creo que ese "parlevú" no te entiende ni el tío.
¿Te acuerdas del tío Isidro que se fue con el bigote allá a Francia?
Ese tampoco te va a entender.
Lo llevas claro, primo.
-Venga.
Todo el mundo en marcha, que se nos eche el tiempo encima.
Despierta, dormilón.
-Pero Rita, por favor, pero si la boda es esta tarde.
-Claro, y como voy a ser yo la que haga los remates a los trajes, la que os coja el bajo, la que haga el desayuno, la que tienda la ropa... -No, me encargo yo, me encargo yo.
Salgo yo.
¿Dónde vas, primo?
Tú conmigo.
-No, no, no, yo es que me estoy yendo porque he quedado con el señor De la Riva, ¿eh?
Que sois una familia magnifiqué, pero yo me tengo que ir.
-Así que... -Anda, ¿y tú, Clarita, qué hora te has levantado?
-¿A ti qué te importa?
-Hola, tita Clara.
-Hola.
-Hola, buenos días.
Os he traído unos churros para... -Esto parece el camarote de los hermanos Marx, ¿eh?
-Pues ojalá fueras tú el mudo.
-Hala, pues me voy a cambiar, ya no os aguanto.
-¿Os queréis bajar?
-¿Estás bien, mamá?
-Venga, a desayunar todos.
-¿Estás bien?
-Estupendamente.
-¿Seguro?
-Ven, que te enseño lo que hemos organizado para Ana, me ha ayudado un poco Alberto.
-¿Dónde está eso?
-En América.
-Entonces, ¿ya no vamos a volver a ir a nuestro cole?
-No, pero si convencemos a mamá... [toques a la puerta] ¡Ya viene!
¡Ya viene!
Ya viene.
Ya, ¿quién será, será, será?
La novia.
-Ay, Pedro, mira qué tardas, ¿eh?
Con lo nerviosa que estoy.
-Oye, que yo también me he casado, ¿eh?
-¿Dónde están?
-Están allá adentro.
-¿Dónde está esa novia?
-Decidme que ha llegado mi vestido.
-Lo ha traído Mercedes, planchado a primera hora de la mañana.
-Ay, vamos a verlo.
-Sí, bueno, yo estaba en la puerta cuando ha venido Mercedes y... No os preocupéis, que ya me quedo yo con los niños, ¿eh?
-¿Te gusta?
-Rita, es lo más bonito que he visto en mi vida.
[♪ Scott Lean, Stuart A. Hart: "Just Imagine"] -Te la ha mandado Alberto.
-No me puedo creer que me vaya a casar con él.
Llevo toda mi vida soñando con este momento.
-Pues ahora a disfrutarlo.
-Si es que no os puedo querer más.
¿Os dais cuenta que puede que sea la última vez que estamos solas?
-No digas eso.
-Pero vendréis a verme, ¿no?
-Sí.
-Pues claro.
-¿Sí?
[♪ música tensa] [teléfono] -¿Sí?
-Don Alberto, sé quién recepcionaba todas sus cartas.
-Pues ya conoce la oferta si sabe de quién se trata.
-Me juego mucho haciendo esta llamada.
-Respetaré su anonimato, si es lo que le importa.
Le pagaré a través de un apartado de correos, no tendremos ni por qué vernos las caras.
-Confío en usted.
-Y ahora dígame.
¿De quién se trata?
-Don Carlos Álvarez, un piloto de la compañía Airsa, que solía acudir a las galerías siempre que contactábamos con él.
-¿Estás seguro de lo que me está diciendo?
-No me cabe la menor duda.
-Pues le pagaré el doble si consigue que esté dentro de una hora en el callejón de las galerías.
-Lo intentaré.
-Hola.
¿Qué tal?
Buenas.
Irene.
-Don Mateo.
-Qué gusto verte.
-Le hemos echado mucho de menos por aquí.
-Y yo a vosotros.
¿Don Manuel?
-Le espera adentro.
Don Mateo, ¿ha venido para quedarse?
-Gracias por haber venido, siéntate, por favor.
-Se me hace tan raro estar aquí, la verdad.
-¿Raro?
Es tu despacho.
-Era.
Usted lo decidió así.
-Una lástima lo de Velvet.
menudo incendio, ahora tendrás mucho más tiempo libre.
-Y también muchos más planes.
-¿Ah, sí?
-Pero supongo que no estoy aquí para hablar de eso.
-Efectivamente.
Te he llamado para pedirte perdón.
-Vaya, podría imaginarme muchas cosas, pero una disculpa no.
-Siéntate, por favor.
Tenías razón, el número de la revista dedicado a Ana Rivera fue un éxito de ventas sin precedente en la editorial.
Quiero que vuelvas, Mateo, nunca debí despedirte.
-En eso estamos de acuerdo.
-Estoy dispuesto a pagarte mucho dinero.
-No es una cuestión de dinero, don Manuel.
Es de confianza.
Y eso lo hemos perdido los dos.
-Dime entonces qué debo hacer para lograr que te quedes.
-Nada.
Ha sido un placer.
-Veo que eres de los que no le conceden una segunda oportunidad a las relaciones.
Si funcionó una primera vez, ¿por qué no lo hará una segunda?
Al fin y al cabo, ahora nos conocemos mejor.
Fundemos una nueva cabecera, hecha a tu medida, con total libertad de contenidos.
-No.
-Será tuya, yo solo pondré el dinero.
-No lo veo, no.
-¡Ah, Mateo!
-Elegiré a mi propio equipo, no reportaré los resultados hasta final de año, las secciones y las portadas las diseñaré yo, y el departamento comercial dependerá de mí, y, por supuesto, me quedo con Julián y con Irene.
-Hecho.
-Cobraré el doble de sueldo.
-¿No decías que no era una cuestión de dinero?
-O lo toma o lo deja.
[risas] -Alberto.
-¿No me esperabas?
-Creo que nadie te esperaba en Velvet.
-Me daban por muerto.
-Una tragedia.
-Para todos, menos para ti.
Robaste las cartas que le mandaba Ana, desde Nueva York.
-¿Qué?
-Que me has quitado la oportunidad de ver nacer a mi hijo.
-Tenías que ver cómo me abrazaba cuando iba a ver a Ana.
Me has robado cinco años de mi vida.
Aléjate de nosotros, la próxima vez no me detendré.
-No te tengo miedo, Alberto.
Yo te maté.
¡Te encontraré!
¡La encontraré!
¿Me oyes?
-Oh.
-Pues parece que es aquí.
-¡Qué bonito!
-¿A que sí?
Está bien, ¿no?
-Sí, tiene muy buena pinta.
Sí.
-Sí.
-¿Entramos?
-Entramos.
¿Te gusta?
Está lindo esto, ¿eh?
-Es aquí, al fondo, a la derecha.
-Gracias.
-¡Hala, qué bonito!
-Pórtate bien, a ver qué haces.
-Este es uno de los pisos.
-Muy bien.
-El dormitorio.
-Ah.
-Aquí arriba tienen otro.
Que si me permiten, para una pareja como ustedes, creo que es perfecto.
-No, no, no, no.
si nosotros no somos pareja.
-No, porque yo no quiero.
No, no, no quiero, no estoy por la labor, de ninguna manera, no, no.
-Pues usted verá, que conociendo a las mujeres, cualquier día se fija en otro y entonces... -Me lo voy a pensar.
-¡Qué valor!
-Bien, como son ustedes los primeros, tienen todo el edificio a su disposición para elegir el que más les guste.
-Estupendo.
-Ya saben, cuanto más arriba, más luz tienen.
-Ah, muy bien.
-Les dejo para que puedan pensarlo, si necesitan cualquier cosa, me tienen en la portería.
-Muchas gracias.
-Gracias.
-Abuelo, cuando venga quiero dormir aquí.
-Te lo voy a tener charol para cuando venga, ya lo verás.
-Vale.
-Bueno, bueno.
¿Y?
¿Qué le parece?
-Pues, la verdad es que me gusta mucho, es espacioso y es cierto lo que decía don Alberto, aquí tendremos más independencia.
-Claro, independencia, pero, doña Blanca, digo yo que, acostumbrados a vernos todos los días durante tanto tiempo, ¿qué le parece si elegimos la misma planta para que podamos ser vecinos, eh?
No, pero es que he estado pensando en lo que usted dijo acerca de recuperar la ilusión, y, bueno, a mí me haría ilusión, entre otras cosas, qué sé yo, pues venir a pedirle un poquito de perejil o un diente de ajo o que usted me pidiera... -La sal, el aceite.
-El aceite, estas cosas, estas cosas.
-Así que se va a poner usted a guisar.
-Por supuesto.
-Será un placer estar puerta con puerta con usted, don Emilio.
-Puerta con puerta, muy bien.
Vámonos, Alberto, vámonos, baja, que nos vamos, venga, vamos.
-Está bien, gracias, gracias.
¡Alberto!
¿Dónde estabas?
Acabo de llamar a las galerías.
¿Qué te ha pasado?
-Carlos escondía las cartas que le mandaba a Ana desde Nueva York.
-¿Qué?
¡Hijo de puta!
¿Cómo estás?
-En paz.
-¿Y a él cómo lo has dejado?
-¿En serio?
-Sí.
-Te estás poniendo muy guapo, Mateo.
-Tú sí que estás guapo.
Anda, toma, te lo acaba de traer Raúl, estaba histérica, parecía la novia.
Venga, vamos.
-Me voy a lavar la cara.
-Y aféitate, ¡guarro!
¡Olé!
-¿Qué se celebra?
-Una boda, espero.
-Mateo, por favor.
-Y que mi antiguo jefe me ha suplicado que vuelva a la editorial.
-Es una gran noticia.
-Sí, es una gran noticia, voy a dirigir una nueva publicación con total libertad de contenidos, y unas condiciones que no has visto en tu vida.
-Enhorabuena, Mateo.
-Sí, falta por cerrar unos flecos.
Estoy contento, la verdad, eso no es nada, eres una nena.
-Ya solo te queda casarte con Clara y tu vida sería perfecta.
-Sí, tengo que contarte, sí.
-¿Está embarazada?
-No, no, no, ¿qué dices?
No, no, no, no.
No.
Que no entregué los papeles de la nulidad.
-¿Seguís casados?
¿Se lo has dicho?
-No.
-Se lo tienes que decir cuanto antes.
-No, no, no quiero parecer un pardillo, no.
[♪ Martha L. Amado: "Really Falling In Love"] ¿De qué te ríes?
¿De qué te ríes?
Mira, [inaudible], no te digo nada.
-Es que eres único, Mateo.
Venga, vámonos que todavía llegaremos tarde a la boda.
-Venga, vamos.
[♪ Justin Tapp: "Oh Carolina"] Vamos, venga, vamos.
[inaudible] Venga, vamos.
Venga, vamos, vámonos.
Vamos.
Gracias, don Silvestre.
-A vosotros.
-Muy amable, gracias.
-Déjame.
Que me dejes.
Miguel, déjame.
-Ahora voy contigo.
Oye, os estoy escuchando desde ahí.
Por favor.
-Jorge, estate quieto ya, que [inaudible] te demos.
Ay, qué calor, ¿no?
-¿Estás bien?
-Sí, sí.
-Hermosa.
Ostias, por favor, a que os doy en el culo.
Toma ahí.
Quítate.
Ven aquí.
-Qué recuerdos, ¿no?
-Pues yo no sé si me quiero acordar.
Qué vergüenza, todo el mundo oyéndonos lo que decíamos, madre mía.
-Fue maravilloso.
Ay, ay, ay, ay, espera.
¿Todo bien?
[risas] -Hasta que no la vea entrar por la puerta.
[pisadas] Hola.
-Hola.
Espero que no te moleste que haya venido.
-El pasado, pasado está.
-¿Y quién va a acompañarte al altar?
-Sin mi madre aquí... -Me encantaría ser tu madrina.
El pasado, pasado está, ¿no?
[♪ Bruce Patch, Alan Sanchez: "Heart and Soul"] -Permisito.
Adelante.
-Gracias.
-¡Mamá!
-¡Mi amor!
-Estás guapísima.
-Gracias.
-¿Y yo qué?
¿A mí no me dices nada?
¡Eh!
¡Eh!
-Abuelo, es que es la novia.
-Hombre, claro.
-Vale, vale.
-Qué preciosa estás, Ana.
-Gracias, doña Blanca.
Tengo miedo a caerme antes de entrar de los nervios que tengo.
-Quita.
¡No digas eso!
-Ay.
Dios mío, déjame que te vea.
Ay, Ana, yo no me creo que os vayáis a casar por fin.
No me lo creo.
Te digo una cosa, alguno ahí dentro cuando te vea, se va a desmayar.
-¡Qué exagerado!
-Vamos, ya está, yo me estoy poniendo nervioso.
Vamos.
-Hala, mi vida, vete con doña Blanca y así me ves entrar, ¿eh?
[campanas] -Vamos, doña Blanca, que está usted espectacular.
-Zalamero.
-Adelante.
[♪ Felix Mendelssohn: "Marcha Nupcial"] -Pe, Pedro... -¡Rita!
-¡Rita!
-¡Rita!
-¡Rita!
-Rita, por favor.
-Rita.
-Me la llevo al hospital, me la llevo al hospital.
-Yo cuido a los niños.
-Me la llevo al hospital.
-¡Mamá!
¿Qué le pasa a mamá?
-Ay, por favor, por favor, Rita.
-Rita.
-Rita, Rita, por favor.
Por favor.
Por favor.
Un segundo, un segundo, un segundo, un segundo.
Rita.
-¿Qué ha pasado?
-No, no, no pasa nada, no pasa nada.
Te has desmallado, pero está todo bien.
-Disculpen, tienen que esperar aquí, eh.
-Sí, no, no, tranquila, tranquila, si yo te espero aquí.
[♪ música triste] -Pedro, se va a poner bien, se va a poner bien, ya lo verás.
-Todo saldrá bien, Pedro.
-¿Estáis pensando lo mismo que yo?
Me dijeron que el cáncer no iba a volver.
-No, no, no, Pedro, no digas eso.
No digas eso, por favor, vamos a esperar.
Que seguro que están a punto de salir, ¿vale?
-No te adelantes, Pedro, todavía no sabemos nada.
-Es que Rita no se merece esto.
-¿Pedro Infantes?
-Sí, soy yo.
-Entre, su mujer quiere verle.
-¿Cómo está?
¿Está, está bien?
-Vamos adentro.
[hablando inglés] [timbre] -Vengo a ver a Cristina.
-Buenas tardes, doña Bárbara.
Me tiene que disculpar, pero doña Cristina no quiere recibir visitas ahora.
-Yo no soy una visita.
Cristina.
-Señora, por favor.
¿Cristina, dónde estás?
Como que me llamo Bárbara que ella me va a escuchar.
¡Cristina!
-Por favor, señora, le estoy diciendo... -Déjame.
Cristina, sé que estás aquí.
Cristina.
Cristina.
-Vete, Bárbara, no quiero ver a nadie.
-Cristina, llevo semanas llamándote.
Ya sé que no estás bien.
Cristina, por Dios, dime algo.
-Ya me has visto, ahora vete.
Márchate, Bárbara.
¡Fuera!
¡Fuera, Bárbara!
-No, no me voy a ir si no es contigo.
-Me he convertido en un monstruo, Bárbara.
Me he convertido en un monstruo.
-Tranquila, tranquila.
Tranquila.
Vas a venir conmigo y vamos a empezar de nuevo.
-¿Y a ti qué te ha pasado?
-Nada importante.
-Falsa alarma.
-Rita.
-Que ya me puedo marchar.
-Ay, Rita, casi me matas del susto.
-Ya está.
-Siento haber arruinado vuestro día, pero... es que me estaba asfixiando de calor, y nada, me han dicho que tengo una anemia, pero nada más.
-Ha sido un gran susto.
-Sí, lo siento muchísimo, de verdad.
-Calla, anda, ¿quién iba a estar pensando en boda?
-Pues yo, y si me dejáis, lo arreglo ahora mismo y vamos para allá.
-¿Ahora?
-No, no, Rita, por favor.
-Pero si Rita se ha recuperado para ir a vuestra boda, si ya saben lo que os quiere.
Venga, darnos una oportunidad.
-¿Ahora?
-Por favor.
-Que no, que no.
-Ana.
-Que no.
-¿Te vas a dejar llevar o no?
Por favor.
-¡Alberto!
-Ana, ¿te vas a dejar llevar de una vez o no?
-Venga.
-¿Me lo puedo quitar ya?
-Pero, ¿te quieres estar quieta?
¿Te he dicho yo que te lo quites?
-No.
-Pues eso.
¡Ah!
-¿Podemos salir?
-Aún no.
-¡Clara!
¡Ni caso!
-Esperad un minuto que voy.
-Rita.
-Ay, hija, no seas pesada.
-Que no, que no es eso.
¿Estás bien de verdad?
-Nunca he estado mejor.
¡Clarita!
¡Espabila, que es para hoy!
-Espera, espera, espera, que voy a ir, que si no Ana se va a poner de los nervios.
-¡Clara!
¡Clara!
Voy a ver a Alberto.
-¿Puede salir ya?
-¡Sí!
-¡No!
-Dos minutos y listo.
-Vale, doña Blanca, ¡Alberto, vamos a por mamá!
¡Vamos a por mamá!
-¡Jonás!
Tome, más farolinos.
-Esas sillas ahí no... -No, esas sillas están perfectamente ahí, Alberto, por favor.
No lo compliques más, bastante jaleos todo esto.
Esto solo se te ocurre a ti, de verdad.
-Se te ocurre a ti.
-Sí, sí, sí, sí, se me ocurre a mí, tienes razón, porque me va la marcha, me va la marcha, me encanta, mira, es maravilloso, es una boda real, es una boda real.
¡Jonás, ahí no pongas el farolillo porque se nos mata la novia!
¿No lo ves?
-¿Te imaginas que te vuelva a dejar tirado otra vez?
-Mateo.
-Sería divertido.
Venga, va, es una broma, si ya lo tienes hecho.
-Mamá.
-Mi amor.
-¿Ya te vas a casar de verdad?
-Eso esperamos, hijo, eso esperamos.
-Alberto, no sé si lo sabes, pero tus padres llevan queriéndose casar 15 años.
-Pues yo no quiero esperar más.
-Uy, yo tampoco, mi amor.
Dame un beso, que no sé ni dónde estás.
Oye, ¿estoy guapa?
-Mucho, mamá.
-Gracias.
-Bueno, ya ha llegado el momento.
-Nunca.
Nunca había visto una novia tan hermosa.
-Gracias por todo, tío, por todo.
Todo lo que soy se lo debo a usted.
-Por favor, hija, por favor.
-Don Emilio, no la haga usted llorar.
Que se le va a correr todo el rímel.
-Ostia, el rímel, doña Blanca tiene razón.
Perdona.
-Bueno, ven.
-Prométeme que lo vas a disfrutar.
-Como una niña, llevo toda mi vida esperando esto.
-Prométeme que no vas a seguir mi ejemplo.
-Ay, bobas, por favor, que ya estoy llorando.
Os quiero tanto.
-Bueno, ya, eh.
-Ya.
-Venga.
-Ya.
-Hala, ahí.
-Estás muy guapa.
-Gracias.
-Ana, hija, vamos allá.
[♪ Jay Glover: "Fly Away With Me (vox)"] -Por favor, por favor.
Si me permiten.
Estamos aquí reunidos para unir en santo matrimonio a Alberto Márquez y a Ana Rivera.
Posiblemente es la primera boda que celebro a estas horas de la noche.
En un lugar como este.
Pero un amor como el suyo se merecía un trato especial.
Así pues, hijos míos, unid vuestras manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y la iglesia.
Vuestra historia es única, como es único vuestro amor, diferente de todos... -No es lo que parece, Jonás.
-No, no, sí, seguro que se la metido algo en el ojo.
-Sí yo soy un romántico, lo que pasa es que la vida no contempla esa posibilidad para mí.
-...sin límites.
Teneros confianza total para... -Gracias por todo, señor De la Riva.
-Si lo hacéis, os aseguro que seréis felices, porque el amor no desaparecerá nunca de vosotros ni de vuestra vida, vosotros tenéis la palabra.
Alberto, ¿quieres recibir a Ana como esposa y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarla y respetarla todos los días de tu vida?
-Sí quiero.
-Ana, ¿quieres recibir a Alberto como esposo y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así respetarle y amarle todos los días de tu vida?
-Sí, sí quiere, papá.
-Sí quiero.
-Yo os declaro marido y mujer.
-¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
-Llevo mucho tiempo esperando este momento.
¿Puedo besar ya a la novia?
-Por supuesto.
-¡Vivan los novios!
-¡Vivan!
¡Vivan los novios!
-¡Bravo!
-¡Papá, mamá!
¡Ya somos una familia!
-¡Ya somos una familia!
-Así que ya me puedes llevar al viaje de novios ese.
-Pero tú aprendes muy rápido, ¿eh?
¡Tú te quedas con el abuelo!
-¡Ve a jugar con tus amigos!
-Enhorabuena, hija, enhorabuena.
-Don Alberto, enhorabuena.
-Te quiero.
-Y yo a ti.
-Gracias.
-Enhorabuena.
-¡Doña Blanca!
-Ay, ¡qué alegría!
-¡Adiós!
-Bueno.
[risas] -Enhorabuena chicos, estoy muy feliz.
-¡Gracias!
-¡Vivan los novios!
-¡Os quiero!
-Toma.
-Y esto?
-Es el ramo de la novia.
No te voy a pedir que te cases conmigo porque... ya estamos casados.
Nunca entregué los papeles de la nulidad.
Siempre soñé con que lo volveríamos a intentar, Clara.
[♪ Steve Martin: "New York Love Affair"] -Gracias.
-¿Sorprendida?
-Pues la verdad es que sí.
-Yo un poco también.
Bueno, entonces, ¿qué me dices?
¿Empezamos a comportarnos como una pareja normal?
-Ser normal es muy aburrido.
[♪ Stephen Lang: "You Gotta Get On Down"] [risas] -Ahí los tiene doña Blanca, el futuro, ajenos a todo y tan felices, tan felices.
-Hoy hay motivos para ser felices.
Me alegro mucho por Ana, tiene que estar usted muy orgulloso.
-Pues sí, sí, lo estoy.
¿Para qué le voy a decir otra cosa?
Todavía me acuerdo de la primera vez que la vi en aquel autobús, tan poquita cosa, con aquellas trenzas, unas trenzas.
-Sí.
-Y yo que no tenía ni la menor idea de qué hacer, ni por dónde empezar.
-La verdad es que fue usted muy valiente.
-A mi hermana no le podía fallar.
¿Y sabe una cosa, doña Blanca?
En este momento me encuentro más o menos como entonces, que no, que no sé muy bien por dónde empezar.
-Pues, ¿qué le parece si empezamos por irnos de compras y preparar todo lo que necesitamos para las nuevas viviendas?
-Pues no le oculto, me hace cierta ilusión.
-¿Ah, sí?
Pues me alegro, porque yo también apuesto por empezar.
-Ajá.
-Por un futuro lleno de experiencias nuevas que compartir.
-Será un placer.
-¿Por qué no les has contado la verdad?
[♪ música tranquila] -Les he dicho que estoy bien y es la verdad.
Voy a luchar, mi amor.
Si pudimos una vez con él, ahora lo vamos a superar.
-¡Por París!
Por cierto, espero que venga a verme pronto.
-Yo me hago mayor, Jonás, tú te vas a París, Ana se va a Nueva York, y yo, ¿qué se supone que tengo que hacer?
¿Me tengo que quedar aquí?
¿Me voy?
Ni siquiera tengo a nadie para compartir mi vida.
-Pues sí que le ha dado a usted fuerte con el amor.
-Humberto.
-Hola, Raúl.
-Señor Santamaría.
-¿Qué haces aquí?
-He venido a buscarte.
-Me voy a ir yendo porque mi vuelo sale mañana temprano y... Señor De la Riva.
-Te voy a echar de menos, Jonás.
-Lo espero en París, maestro.
-Te intenté localizar.
-Lo sé, por eso estoy aquí.
Quiero que formes parte de mi próximo proyecto, necesito que alguien diseñe el vestuario de mi próximo western.
Y había pensado que quizás... -¿Y a qué esperamos?
-Te quiero.
Te quiero, señora de Márquez.
-Qué bien suena.
Aún no me lo puedo creer, Alberto.
-Lo hemos conseguido, Ana.
Lo hemos conseguido.
-Júrame que me vas a querer siempre.
-Lo juro.
-Y que me vas a cuidar siempre.
-Lo juro.
-¿Hasta cuando sea viejecita?
¿No?
-Entonces te voy a querer mucho más.
¿Cuántas veces habías soñado con un final feliz?
-Cada noche.
Aun cuando parecía imposible.
-Ven.
Hagamos que todo se haga realidad.
[♪ Kathleen Irvine: "Things Are Gonna Be Better"]
Support for PBS provided by:
















